RELATOS III: ELOGIO DE LA ESTÁTUA
Le vieron dar un salto demasiado arriesgado para su edad, chocar al instante contra la barandilla verde de la entrada del Real Jardín Botánico , y a pesar de que ya venía herido de muerte, aguantar bien el tipo antes de caer al suelo. Nadie le encontró escondido tras el primer parapeto, un tronco de agave que se iba como él consumiendo, así qué su perseguidor más cercano probablemente pensó, igual se oculta en otro lugar más seguro, un espacio mayor donde pueda recuperarse. Se detuvo entonces en la mitad de una hilera de plátanos, le pareció ver después una puerta de entrada, aunque demasiado pequeña para que cupiera por ella (creyó que se encontraba justo a ras de una tierra brillante de guirnaldas), y sin embargo golpeó la madera con sus nudillos, pero no demasiado fuerte. Observó cómo las hormigas se multiplicaban por una alfombra lunar de cráteres semejantes a cabezas de alfileres. Yo le disparé entonces, lo reconozco, creí que así le ayudaría a terminar con una vida llena de exces...