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Mostrando entradas de octubre, 2014

RECUERDO DE PORTUGAL

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ANTONIO LOBO ANTUNES               "YO HE DE AMAR UNA PIEDRA" Después de un largo período de sequía, climática y de producción, vuelvo a las andadas para mayor agravio de mis pocos lectores. Sequedad impuesta por los propios caprichos de la existencia que, si bien me ha mantenido relativamente ocupado con la organización de ciertas rutas literarias e históricas, también me ha anestesiado en una especie de " dolce far niente ", velado estado de semi-inconsciencia donde los días pasan sin apenas gloria y con mayor pena. La reivindicación de la pereza, se da uno cuenta según avanza en la edad, debería quedar exclusivamente señalada para aquellos que, de tanto camino que les quede por recorrer, puedan permitirse el sumar sin más un día a su calendario, ajenos al hecho de llenarlo con mayor o menor contenido. Lamentablemente ya no es mi caso. Y entre las ocupaciones que me han entretenido durante estas últimas semanas quisiera recalcar la lectura de un libr...

LA CHARCA IDEAL

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RAFAEL ARGULLOL                           "MALDITA PERFECCIÓN" Al margen de las conocidas como " novelas-río " (estilo en el que ando algo metido últimamente), y como contrapunto a una trama inicial que normalmente continúa en otras obras que mantienen la misma historia, siquiera alteradas por el paso del tiempo, existen ensayos literarios que son como profundas charcas de ideas. Pozas donde quedan flotando las percepciones que un autor viene a expresar sobre distintas materias, algunas de ellas manteniéndose en la misma superficie de la acuosidad, dada su mayor relevancia y significado, otras, las más pesadas y difíciles de digerir, quedando ancladas en el leve tálamo de su profundidad. Esa pequeña balsa natural, que debido al fango acumulado muy pocas veces se nos presenta como transparente y cristalina, refleja no obstante las formas de aquellos elementos más próximos que, contemplados a ras de su superficie, sirven par...

COSECHA DEL OTOÑO

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ESPERANDO EL OTOÑO. Todavía no ha llegado, aunque está listo para hacerlo, el color de crepúsculo brillante del Otoño, la estación predilecta de los románticos. Y mientras voy culminando un último trabajo consistente en toma de notas, muy inspiradoras para futuras entradas, me enfrento al ansia y a la necesidad, biológica, del cambio de color. Ya ciertamente cansado del alargado tono rubio y tostado del Verano, espero con expectación el primer fulgor del cielo y de las uvas, el resplandor de un limón que se torna cobrizo para terminar, casi extenuado, en un rojo eclesiástico.