DR. Z : "THREE PARTS TO MY SOUL (SPIRITUS, MANES ET UMBRA)" (1971)

 



"La base del disco descansa sobre el concepto de la división del alma en tres partes. El Spiritus representa el buen rollo del Hombre, la primera parte, la belleza, la caballerosidad y la bondad. Los Manes, la segunda parte del alma, habita en el submundo, espacio aparentemente benigno aunque a veces se mezcla con lo maldito. La tercera, Umbra, representa la sombra del alma que rechaza abandonar la Tierra y decide permanecer para así cobijar el mundo"

Se encuentra este texto (muy atractivo ese concepto de "cobijar el mundo") en el reverso del álbum "Three Parts To My Soul (Spiritus, Manes Et Umbra)" (Vertigo Rcds, 1971). Pretende así iniciar al oyente sobre un contenido que amalgama influencias sometidas por el ocultismo, la invocación de un alma atormentada resentida por su propia vivencia que acude al secreto, a lo no revelado, para encontrar una salida que le sea propicia.   

Busco entre mis últimas lecturas alguna conexión con el ocultismo, término en el que muchos críticos del disco coinciden como una de sus influencia más sobresalientes. La figura de Aleister Crowley asoma de inmediato. Personaje reconocido en algunas de las obras de artistas tan señalados como David Bowie, Jimmy Page, Ozzy Osbourne, Jim Morrison, John Lennon (la inclusión del retrato de Crowley en la portada del "Sgt. Pepper´s" no puede ser más que idea suya) parece acreditar su protagonismo. Pero no, no será su manida figura la que ilumine ese flujo subterráneo por el que pretendo caminar.

Dr. Z se formó en 1969 por tres estudiantes de la Universidad de Oxford, Keith Morris (que cambia su apellido a Keyes como si pretendiera convertirse en el clavero mayor del reino subterráneo), Rob Watson y Bob Watkins. El primero, compositor de todos los temas de esta obra, se encarga de las voces, toca el piano, órgano y el harpsichord (clavecín). Watson se encarga del bajo y Watkins hace lo propio con la batería y la percusión. El empleo de todos estos instrumentos con carácter compulsivo, como si los músicos aparentaran encontrarse en un estado apremiante, de colosal esfuerzo orgánico; la voz de Keith, en muchas ocasiones altiva y rufianesca, en otras pocas dulce y melodiosa, los textos de las canciones, incursos en un dictado soterrado por la incertidumbre vital, otorgan a este "Three Parts To My Soul" un plus de interés especial.


Un año antes de la publicación de este su único disco el grupo publica un single en el sello Fontana. En la grabación les acompaña y produce Dick Taylor, guitarrista por entonces de The Pretty Things. Sus dos temas, compuestos por el mismo Keith Keyes, "Lady Ladybird" y "People In The Street", se desarrollan dentro de una suerte de arty-pop adornado con acertados arreglos orquestales; allí predomina la voz vehemente del solista, además de una contundente presencia del piano, instrumente este último en el que ya destacaba nuestro personaje. Una cinta posterior de Keith (en la que realiza nuevos alardes con este instrumento) llega a las manos de un entusiasmado Patrick Campbell-Lyons (Nirvana UK). Este último logra un contrato con el sello Vertigo para un primer Lp en el que se reserva un papel como Productor Ejecutivo. Trevor Lucas, pareja por entonces de Sandy Denny en Fotheringay, ejerce las labores de Asistente de Producción. Evidentemente, nos hallamos ante un buen elenco de colaboradores.

"Cuanto más vivo y más amo las caricias y los cuidados / Más reconozco la necesidad de rugir, romper y desgarrar / Libero mi alma entonces, voy a encontrarme con la trinidad / Ni bondad ni maldad / Es la muerte lo que te hace libre"

Vernon Joynson (1) se sirve de este texto (incluido en uno de los temas del disco) para resaltar una de las ideas clave de esta obra. Transcribo su comentario: "Este filosófico punto de vista queda  fuertemente reflejado en las letras y, aunque este hecho marca su impronta sobre la música, el cuidadoso acercamiento que produce sobre la mayoría de la lírica se traduce en un punto a su favor. Aquellas partes donde el lado oscuro del alma juega un papel preponderante se encuentran repletas de auténtica desesperación, consiguen de esta manera un convincente tratamiento musical."


"Three Parts To My Soul" funciona así como una pieza conceptual; su recorrido inicialmente suguiere un único trayecto, aquel que el protagonista interpreta desde el reconocimiento de su situación paradójica, la del hombre moderno que, admitiendo su fatalidad existencial, acepta la idea de la resignación y rechaza la salvación redentora. Pero, al mismo tiempo, existe otra ruta. aparentemente más apagada, menos iluminada, que el disco transmite al oyente, la de la rebelión ante ese destino imprevisto. Y ese itinerario tan solo aparece a posteriori, cuando el oyente ha analizado y asimilado convenientemente el concepto del álbum.

De tal manera, con ese entramado filosófico empapado en la lírica del disco, se suceden los temas incluidos en ambas caras, tres por cada una de ellas. "Evil woman´s manly child", "Spiritus, manes et umbra" y "Summer for the rose" en la cara A; "Born in anger", "Too well satisfied" e "In a token of despair" en la B. La ausencia de guitarras juega a favor de la grabación, así logra que el resto de los instrumentos empleados, basicamente teclados y percusión, resalten el ambiente oscuro del disco. La voz de Keith (en algunos momentos me recuerda a la de Arthur Brown) es otro de los elementos a tener muy en cuenta en esta obra; esa voz equilibra la atmósfera emocional, es a veces estruendosa, en otras ocasiones más armoniosa, en todo caso se ajusta siempre al espíritu lírico en todas las composiciones.

Como colofón queda la resaca del insomnio, allí donde se repite, una y otra vez, la misma secuencia, aquel lugar donde podría vivir en paz el resto de mi vida. La obsesiva melodía impuesta por este "Three Parts To My Soul" puede aparecer a cualquier hora de la noche, convertirse en discordancia cercana ya la madrugada. La imagen reflejada en el espejo es la de un corazón ardiente, una estampa que ha evocado para el autor una de las ficciones más subterráneas de la música rock, la del espejo como elemento de brujería. 




(1) Vernon Joyson, "The Tapestry Of Delights Revisited" (Borderline Productions, 2006)



  

 

Comentarios

  1. No conocía este disco, y me ha sorprendido muy gratamente, como suele decirse. El sello Vertigo tiene un prestigio casi de leyenda que en ocasiones me parece un tanto exagerado, pero en este caso hay que reconocer que acertaron. Imagino que parte del mérito se debe al señor Campbell-Lyons, que con su fino olfato supo distinguir un fondo musical mucho más rico que la media de los grupos progresivos oscuros de esa época, unos cerca del hard/heavy, otros del jazz rock sin chispa, que poblaban los catálogos de este tipo de sellos.

    Porque sorprende esta mezcla tan curiosa -y tan original- entre una especie de música de cámara rock con ese arpicordio tan protagonista, un fondo prog bastante más vivo que la media, vagos aires folky de vez en cuando, algún rasgo de psicodelia tardía… Y todo eso bastante bien desarrollado por tres personajes que, por lo que he leído, vienen del mundo universitario: ninguno de ellos es con total propiedad un músico “full time”. Sorprendente, ya digo. Tal vez hay un pequeño desequilibrio entre la cara A, casi perfecta, frente a las tres piezas de la cara B, un poco irregulares, pero aun así es de lo mejorcito que he oído de este catálogo (incluso el single primerizo, un tanto más poppie pero con substancia). Parece raro que con este nivel no tengan la propaganda que tuvieron otros cuantos discos de Vertigo o Harvest que me resultan casi soporíferos, pero en fin: en este mundillo a veces las cosas dependen de la suerte.

    No me he fijado mucho en las letras porque el ocultismo no es un asunto que me importe, pero de todos modos en conjunto tienen un pase. También es cierto que esa temática estaba muy de moda por entonces, como una especie de mal viaje tras los excesos de la psicodelia.

    Bueno, pues nada: esperando quedo por otra de tus sabrosas sorpresas….

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    1. Si, estamos de acuerdo, el disco es sorprendente, un "rara avis" (valga la expresión) dentro del panorama de entonces y, más concretamente, en un apartado prog que podía proponer al oyente una gama de experimentación más alta. El uso del harpsichord (no pocos críticos "compararon" el estilo de Keyes con el de Keith Emerson, algo exagerado para mi...), la preponderancia percusiva de la instrumentación, junto a la voz de Keyes (aquí ya estoy más de acuerdo con las similitudes con Arthur Brown) y la ausencia de guitarras afianzan ese criterio de originalidad que sirve para definir básicamente el disco.
      En cuanto a las letras, creo que la visión que aporta Joynson es muy acertada. La lírica casa muy bien con la música, forman un conjunto que refuerza la idea y el concepto que Keyes quiso darle a esta obra.
      Celebro aque te haya gustado.
      Gracias y saludos,

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  2. Tampoco conocía el artefacto este. Me ha costado un poco entrarle al trapo. He tenido que cambiar el chip y, de la mano de tus indicaciones he podido disfrutarlo, ya que al no haberlo oído en su día, resulta un poco más complicado apreciarlo en lo que se merece. Eran otros tiempos.
    Gracias por el descubrimiento.
    Saludos.

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  3. Entiendo perfectamente tu postura Bab, no es este un disco de fácil asimilación, así, de primeras. Hay que darle varias escuchas para que vaya entrando. Incluso en aquella época, tan abierta a nuevas experiencias y novedades estilísticas, gente como DR.Z no gozaron de apoyo de la crítica ni de ventas. De hecho, creo recordar que solamente se llegaron a vender unas 80 unidades y que el sello Vertigo descatalogó el disco rápidamente. Una suerte de aura maldita que refuerza la idea de encontrarse ante una obra única y actualmente con cifras de adquisición que sobrepasan las tres cifras en libras esterlinas.
    Gracias a tí y saludos a toda la familia,

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