LA MAR



FÁBULAS Y LEYENDAS DE LA MAR. Álvaro Cunqueiro.

Se conmemoró el año pasado el primer siglo del nacimiento y el  trigésimo año del fallecimiento del escritor de Mondoñedo (1911-1981). Fué el más insigne hijo de la capital bretona de Galicia celebrado escritor, periodista, insigne gastrónomo, profundo conocedor de las costumbres naturales de su tierra, en fauna y flora, ictiólogo, viajero inmóvil, excéntrico pero nunca snob. Su cosmovisión del mundo hizo de él un personaje irrepetible, uno de esos ya rarísimos humanistas que conoció y propagó un inmenso caudal de conocimientos. Tuvo el mundo metido en su cabeza; siempre a la escucha de todo aquello que estaba vivo, creyente de que muchas de las cosas que están enterradas no están muertas, investigador de los lindes entre ficción y realidad, hacedor de volúmenes para los sueños, y todo ello sahumado con una pizca de retranca inteligente.

Compone el texto de "Fábulas y Leyendas de la mar" artículos que el escritor publicó en "La Hoja del Mar" y en "Sábado Gráfico". En ellos se recogen multitud de datos relacionados con el mundo de la mar (el grande llir, o ler como los antiguos celtas lo conocían). Historias externas conectadas con la tierra gallega que lo circunda, la de sus pescadores gallegos, hombres libres que se pensaban como propietarios de los caladeros del Gran Sol, y la de sus mujeres, mujeres de tierra, carnales y tibias, aquellas que quedaban fecundas si se bañaban en la playa de la Lanzada.



Recorren sus entretenidas páginas apuntes eruditos sobre demonios marinos, piratas berberiscos ("mouros", aunque esta acepción linguista queda relegada al extraño en Galicia); mencionan a los singulares pappaliaus de Génova, Perenet de Valencia, el hombre-pez de Liérganes (que, sin salir a la superficie, buceó desde su localidad cántabra hasta Algeciras), todos ellos arquetipos de las leyendas más ancestrales; a los dragones de los mares de China, señores de las profundidades del séptimo nivel marino, aquellos que recibían recados de los mismísimos emperadores, prometiéndoles no ir contra ellos cuando sus flotas comerciales se hiciesen a la mar. No queda lejos de nuestro asombro leer lo nunca antes sabido, la historia de la cerda marina de 13 mamas, el pez con barba, el kraken, pulpo gigante que se enroscaba en los palos de los bergantines hasta hacerlos naufragar.



Merece la pena detenerse en sus comentarios sobre los distintos nombres que, según en que región, se le da a la fauna marítima gallega. Los santiaguiños (así llamados por aparecer un símbolo semejante a la cruz de Santiago en su concha) son arañotas, cabrelas, escachanoces, pilos, mouchos, paspás, roquetes, capatetes o tanquistas; según el detalle que cada gallego observe en el ejemplar de su costa, así le llamará; lo mismo ocurre con los bígaros, o con la lubina, cuyo nombre no existe en Galicia, o con el abadejo, para el cual contabilizó hasta 50 denominaciones distintas.

La faceta de gastrónomo de Cunqueiro, aunque no muy abundante en este libro, sale a relucir lo justo cuando habla del tamaño ideal de los percebes, semejantes al dedo pulgar de la mano derecha de un carpintero, aquél apéndice acostumbrado a medir las cuartas en su oficio; o cuando por indicación de un colega portugués, acuerda que el comer exclusivamente la cola de una sirena (la auténtica, la que no tiene ombligo), no sería nunca un caso de antropofagia.

Sería franca desconsideración pasar de largo sus hermosas referencias a la leyenda de Holandés Errante (según su cálculos, aviso para interesados, su próxima arribada a tierra tendrá lugar el año que viene, 2013...), así como la estricta dieta que Noé impuso a todas las parejas de animales refugiados en su Arca, pan de higo...

Para los que hayan aguantado la lectura hasta este trecho, confirmarles que Cunqueiro estaba en el secreto..., y que algunos de los libros a los que hace referencia van desde la "Historia Natural" de Ulisses Aldrovandi, el "Tratado de Invisibles" de Giovanni Dafiero (del que no he encontrado referencias), las "Cantigas" de Martín Códax, la "Zoología Fantástica" de J. L. Borges, la "Cosmografía Universal" de Sebastián Munster, "Las Historias naturales" de Joan Perucho, "El pez pulmonado, el Dodó y el Unicornio" de Willy Ley. Nombres como los de Lord Dunsany, Ambroise Paré, el Cardenal Hiller con su "Historia de Inglaterra", Jacques Pleven con sus "Crónicas del Sochantre", dan sobradas referencias al atento lector para profundizar en aquellos conocimientos fantásticos, y no tan fantásticos, de la mar a la que, en este entretenidísimo libro, nos adentra el autor.

Alvaro Cunqueiro

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