HAWKWIND. S/T (1970)

 


¿Fue así como pretendí comenzar el texto, afirmando que había transcurrido una tarde tan estúpida como las anteriores? ¿Ocurrió realmente de esa manera, tan difícil era mantenerme alejado de la pobre visión de las migas de pan extendidas desordenadamente sobre la mesa? Por fortuna esa percepción no fue del todo concluyente, así que, en un ejercicio de superación personal, decidí repasar de nuevo las notas recopiladas sobre la banda londinense.


Pero antes… si, es el mismo Paul McCartney quien sostiene el cigarrillo sobre su mano derecha mientras cruza descalzo el paso de cebra de Abbey Road, en esa misma mañana - o semejante - en la que Dave Brock retira sus bártulos en Tottenham Court Road, algo más de seis libras en distintas monedas - había alguna guinea fuera ya de circulación -  en aquel mes de Julio en Londres. Dave recoge ese dinero de la funda de su guitarra y araña desconfiado el fondo con sus largas uñas por si hubiera quedado algún penique oculto entre los pliegues. Un café en el World´s End de Kings Road mientras Paul llega hasta el final de su corto recorrido dejando consumir su Embassy bajo en nicotina.



He atravesado después un túnel desde Kensington al Royal Albert Hall (la mejor percusión subterránea se encuentra entre sus paredes de ladrillo blanco visto) y Hawkwind lleva ya cuatro años sonando en las emisoras subterráneas de Notting Hill. Un músico ambulante me corta el paso improvisando un sonido que me parece funerario, le entrego unos peniques mientras me comenta algo que no llego a entender, algo que no significa nada hasta este mismo instante en el que la memoria lo recupera.


Y Hawkwind seguía un curso desconocido, salvo alguna reseña olvidada en un Melody Maker ya olvidado, tan pesado era el material transportado en una mochila que dependía de una cuerda a punto de quebrarse, qué calor entonces, repleta de discos comprados en His Master Voice de Oxford Street, ninguno de ellos.


Yo sin conocerlos, allí estaban Hawkwind, llevaban compitiendo en la mayor liga del space-rock de primeros de los 70, un torneo que alumbraba sentimientos nuevos, antes, mucho antes de los walkie-talkies, Hawkwind fueron los justos pioneros de la siguiente conmoción de los squatters, aquellas tribus urbanas que en Londres organizaban su lucha contra un sistema que, tampoco entonces (Joe Strummer), dio su brazo a torcer. Julian Cope en el gatefold de su "Peggy Suicide" reflejó también esa batalla en aquellas fotografías del "Anti-Polltax March" de 1990, veinte años después.


Hawkwind graban su primer álbum homónimo en Abril de 1970 en los estudios Trident de Londres. Dave Brock, líder compositor de la banda, se ocupa de las voces principales, guitarras de 6 y 12 cuerdas, armónica y percusión. El resto de la formación la componen Nick Turner, saxo alto, percusión y voces, el bajista estadounidense John Harrison, el galés Huw Lloyd-Langton como guitarra solista, Terry Ollis a la batería y Dik Mik (Michael Davies) en los efectos electrónicos.  Produce Dick Taylor, miembro fundador de The Pretty Things, por entonces temporalmente alejado del grupo. Editado por el sello Liberty en Agosto de ese mismo 1970, este trabajo inicial de Hawkwind apenas llega al puesto 75 de las listas inglesas de la época. No hay noticias, o las desconozco en todo caso, de un mejor reconocimiento en algún otro listado internacional.  


La matriz del álbum surge de “Sunshine Special”, un tema instrumental improvisado que Dave Brock se ha encargado de desarrollar en otras canciones con distintos títulos. El primero de ellos, “Hurry On Sundown” - además de editarse como single - es difícil de catalogar, puede que no marque aún la pauta del resto, pero no desdibuja por ello el conjunto de la obra, todo lo contrario. Se trata de un magnífico galope rítmico con profusión de acordes iniciales folk-rock, la armónica del propio Dave y la percusión de Ollis transportan al oyente hacia territorios ya explorados pero que, no por ello, dejan de ser sumamente atrayentes. Es en su continuación, “The Reason Is?”, cuando la banda ya se introduce en el firmamento space-rock. Loops electrónicos, líneas de guitarras etéreas, percusión con aromas de incienso, el tema abre la mente del oyente para introducirle en su propio film de ciencia ficción, el octavo pasajero ya circula por los conductos del remolcador espacial Nostromo. “Be Yourself” continúa esa intrigante corriente galáctica. A una breve introducción vocal en suerte de mantra, le sigue una prolongada sesión de percusión tribal - llega a recordarme alguna quedada de trance actual o, mejor aún, reviven varias secciones de los solos de batería de “In- A- Gadda- Da- Vida” de Iron Butterfly - hasta compartir su cénit con una extensa línea de guitarra solista, perforadora, hermosamente incisiva. Más de 8 minutos de excelente "Métal-Hurlant galáctico". “Paranoia - Pt1” cierra la cara A. Los músicos parecen seguir engrasando sus instrumentos, en apenas 1:10 minutos comenzará la siguiente expedición..


Cara B que dispone al oyente hacia una dimensión claramente más experimental en dos de sus tres temas. “Paranoia - Part 2” inicia la trama con una cadena de quejidos astrales, el sonido parece latir autónomo para, al poco tiempo, quedar absorbido por un entorno amenazante, los instrumentos, auspiciados por la preponderancia de los secuenciadores de Dik Mik, crean la atmósfera ideal para concebir esa banda sonora galáctica que se extenderá a lo largo de toda esta segunda cara. Entorno que alcanzará su punto culminante en el siguiente tema, el extenso “Seeing It As You Really Are”, algo más de 10 minutos de espectaculares efectos espaciales. Una nueva hazaña de Dik Mik con el uso acertado de varios instrumentos electrónicos, viejos transmisores de radio, barras metálicas adaptadas a unidades de eco que propician y aceleran ese ambiente de viaje cósmico sin posible retorno. El climax final se alcanza con la incorporación de la percusión de Ollis y los vientos de Turner, ambos atronadores sin ser, por ello, estridentes. ¿Pueden esos sonidos recordar - en cierta medida - a los experimentos de Delia Derbyshire en la BBC Radiophonic Workshop? “Mirror Of Illusion”, sin dejar la órbita espacial en su totalidad, contiene elementos más “convencionales”. La canción, germen de una vieja composición que Dave Brock interpretaba en su época de cantante callejero, fue presentada en el show de John Peel previamente a su grabación en los Trident Studios.


Visto con la perspectiva de los años transcurridos, este primer Lp homónimo de la banda londinense no cabe duda que puede calificarse como un completo acierto. Justo en el inicio de una década de los 70 en la que muchos grupos optaban por sumergirse en los destellos coloristas de una todavía vigente psicodelia, la apuesta de Hawkwind que, además de recoger en esta su primera obra el aspecto más ácido, más incierto del estilo, apuesta sin temor por mostrar los antecedentes concurrentes con una suerte de musique-concrète (a la inglesa) que conformaba buena parte de sus sesiones de ensayo; en definitiva, un trabajo de experimentación magníficamente estructurado, coherente con su objetivo final - lo ponen de manifiesto en la contraportada del disco - “We started to freak people (trippers), now we are trying to levitate their minds, in a nice way, without acid” -  No deja de ser esta una alternativa valiente, arriesgada, a la postre tremendamente atractiva. 


Para mayor relevancia del grupo, mencionar que Hawkwind supo crear, desde sus inicios, una imagen fidedigna con su propuesta musical. Banda que conjuga a la perfección el aspecto visual y el socio-político. Autores ligados a la ciencia-ficción como Michael Moorcock (“The Time Of The Hawklords”), Michael Butterworth (“Queens Of Deliria”), Robert Calvert - posterior miembro del grupo - (“Frendz. Fly As A Kite”) y, ¡cómo no!, aquella exuberante bailarina, Stacia Blake, con sus inigualables performances en los directos, otorgaron a la formación ese aura galáctico-espacial de la que también buena parte de sus portadas se encargaron de resaltar. En el segundo aspecto, Hawkwind protagoniza el papel de representantes de cierto anarquismo, rebelión y libertad a ultranza en las convenciones sociales, participando en numerosos conciertos gratuitos a lo largo de todo el país (famoso el conocido como “Canvas City”, aquella suerte de performance que realizaron junto a otra banda de similar actitud, Pink Fairies - "PinkWind" - en el Festival de la Isla de Wight en Agosto de 1970). Todo este cúmulo de elementos convierte a Hawkwind en una de las formaciones underground más genuinas y mejor reconocidas por los aficionados de la época. 


Comentarios

  1. Me encanta la etapa con Lemmy a bordo (1972-75), la que se abre con ese single maravilloso que es "Silver Machine", pero no he escuchado el debut de Hawkwind. Ya está apuntado, Javier.

    Un abrazo.

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