REENCUENTRO CON NICK CAVE
NICK CAVE & THE BAD SEEDS "PUSH THE SKY AWAY"
"Todos mis huesos dirán: Quién semejante a tí, ¡0h Yavé!, que libras al desvalido del poderoso, al pobre y al afligido de quien le despoja" (Salmos 35,10). Y ante tan flagrante verdad, que se torna falsedad en nuestra realidad más próxima, yo invoco al microcosmos de Nick Cave para que su luz inaccesible guíe mi camino, de sentido a las derrotadas horas de las últimas tardes, cierren sus dedos invisibles mis párpados en un soñar eterno y benéfico.
Ya es difícil tomar el pulso a un artista como Nick Cave al que acudo muy de vez en vez, tres ocasiones en casi tes décadas. "From Her To Eternity" en 1984, "Henry´s Dream" en 1992 y éste "Push The Sky Away" en 2013, sin contar su aventura primera con Grinderman en 2007. Si hubiera quedado una definición válida, un concepto no inconexo de su propuesta musical esa hubiera sido la de la rabia, la de la provocación no exenta de un tamiz razonado y razonable, fuera todo pastiche del "search and destroy" de otros contemporáneos. Una suerte de grito desde el hondo alamar que se hace música, variante del rock caústico e hiriente que, tanto en sus textos como en su mera interpretación instrumental, deviene en fango de fuego.
Y ahora me encuentro en éste "Push The Sky Away" con una larga oración, una suerte de libro de salmos, donde Nick profesa un papel de pastor, guía de almas, también juez imperturbable, esa magnífica portada dando juego a la imagen del "hombre de negro de Johnny Cash", expulsando de una estancia desnuda y limpísima a esa mujer, sirena y novia, chica de la ciudad, prostituta, bellamente avergonzada, señalando su brazo la salida hacia una nada improbable, abriendo la puerta hacia una luz final blanca, tan blanca que solo una posible redención pueda tener cabida, a cambio quizás de un olvido perpetuo.
Nick Cave & The Bad Seeds, en éste su último trabajo "Push The Sky Away", han publicado más un libro que un disco. Un texto de una lírica oscura y desolada, una especie de "spoken word" con un acompañamiento musical muy acorde con esos sentimientos. Ejercicio que se hace inicialmente hermético para, al cabo de varias escuchas, tornarse en un "puzzle" donde solo la paciencia del oyente encontrará sentidos, mensajes, salidas al fin a un mundo que juega con lo interno, tan profundamente anclada su pena que difícilmente libera de su aflicción a los protagonistas de los textos, y con lo externo, muy pocas veces asidero donde pueda uno agarrarse a una salvación que se presume imposible.
Pero sí, se encuentran siempre hermosísimas palabras y giros acertados que, dentro del contexto de las canciones, enseñan cierto camino de liberación. Rocío y árbol, manos suplicantes, llaves secretas y cristales transparentes, mariposas, mitos y leyendas, mareas, agua, sirenas colgadas desde sus cabellos, jóvenes empujados por el volante del deseo, vírgenes raptadas, alertas, planetas medidos desde distancias imposibles...; y también busquemos el otro fiel de la balanza que, como contrapunto a la solución que se adivina, da sentido a esa sensación de laberinto al que nos lleva irremediablemente la obra. Manos ennegrecidas, cielos herrumbrosos, desmantelamientos, fetos sujetos a correas, embriones comiendo oxígeno oscuro, vigilancia despiadada, cielos devoradores, árboles en llamas, encrucijadas, desangrarse..., empujar el cielo hacia el vacío.
De abajo a arriba, todas esas imágenes de desolación, de paz imposible, narradas desde un púlpito aconfesional por un clérigo malherido por una civilización tan corrupta, dan pié a una atmósfera de recogimiento religioso, de soledad de claustro abandonado, los pianos y sintetizadores, sección de cuerda, base rítmica y voces crean un ambiente de belleza musical sacra, un coro olvidado entre las celdas vacías se encuentra por fín a sí mismo, de sus instrumentos salen suspiros de una tristeza infinita, y ahí, precisamente en esa belleza oculta por un musgo dorado de siglos está el secreto de "Push Away The Sky", una obra de incalculable valor poético, de una riqueza dolorida, vencida pero trémula como la onda del aire. Inmensa.
Es éste el quinceavo disco de Nick Cave & The Bad Seeds, el primero sin Mick Harvey, uno de los miembros originales de la banda. Me he perdido la mayoría de su producción, aunque he de decir también que siempre he considerado al australiano y a sus bandas (The Birthday Party, The Bad Seeds y Grinderman) miembros de esta santa casa, con patente para entrar y quedarse a su antojo, como y cuanto quisieran. Considero a Nick como uno de los mejores compositores actuales, casi siempre acertado en esa su visión desolada que tan bien sabe transformar en belleza perdurable. Su faceta de escritor creo que le ayuda bastante en el momento de plantear y desarrollar sus trabajos. Y créanme, escuchando por enésima vez esas plegarias llamadas "Mermaids" o "Higgs Boson Blues", entre otras joyas del disco, me encuentro mejor, mucho mejor, cercano al "nirvana".
Justicia divina lo tuyo con el "Push The Sky Away", ya era hora. Le han llovido las críticas y, lo más penoso, la indiferencia. A mí me gustó desde el primer momento...Más limpio que nunca (en contraposición con la experiencia Grinderman) tanto como esa inquietante portada y tremendos arreglos de violín y piano. Saludos
ResponderEliminarSi, ahora caigo que me olvidé mencionar el magnífico trabajo de Ellis, pero bueno, el caso es que nos gusta el disco, y mucho.
EliminarGracias y saludos,
Javier.
en mi caso no acabo de llenarme. No se tal vez el momento esperaria otra cosa . no se porque realmente. la vorágine de discos le aporta de una escucha más atenta tal vez, (reconozco su dificultad de lecturas apresuradas). He leído tu post y me ha vuelto a picar la curiosidad. dado te excepcional gusto probare ese bocado de nuevo
ResponderEliminarMisión cumplida si logro que le des un nuevo repasito al disco Bernardo.
EliminarGracias y saludos,
Javier.
Solo he escuchado "Jubilee Street" (cortesía del amigo Savoy Truffle), que me encanta, a ver si me pongo con el disco completo, Javier. Los hiatos en tu acercamiento a la obra de Cave te han hecho perder el antológico y doble "Abattoir Blues/The Lyre Of Orpheus", que te recomiendo a ciegas. Por cierto, qué grupazo Birthday Party, se merece espacio en tu blog. La entrada, como siempre, fabulosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este "Abbatoir..." lo tiene mi hijo. En mi próxima visita a su casa se lo voy a pillar.
EliminarGracias y abrazos,
Javier.
Es un excelente disco, querido Javier, lo que pasa que a mi el tema Jubilee Street me tiene flipado desde que me hice con éste artefacto sonoro, suelo ponerlo para empezar mis pinchadas, y se ha convertido en la melodía del verano, y otoño... y va camino de serlo del año.
ResponderEliminarEstoy con Gonzalo, dale cancha a esa obraca descomunal de 2004, que es el Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus... impresionante.
Un abrazo.
Lo mismo que lo dicho en el caso de Gonzalo. Viniendo ambas recomendaciones de vosotros se que no hay elección posible.
EliminarGracias y saludos,
Javier.