PIONEROS ELECTRÓNICOS DEL TRANCE.




SILVER APPLES                         "SILVER APPLES"
Siguiendo la estela espacial marcada por mi anterior entrada (LITERATURA: PASEOS MUSICALES POR EL ESPACIO), donde explorábamos los antecedentes artísticos y las proezas musicales de las consideradas como grandes bandas del "spacerock", nos detenemos ahora en una de las no por menos conocidas si, por el contrario,  más interesantes, Silver Apples. Grupo formado en el Nueva York de 1967 por Simeon Coxe III y Dan Taylor, artistas ya entonces con cierta experiencia dentro de la corriente minoritaria que intentaba, siguiendo el camino de precursores como John Cage y Karlheinz Stockhausen, (des)conectar la idea musical no solo de la aplicación convencional relacionada con su propia instrumentación, ritmos y melodías, sino también crear un nuevo espacio auditivo donde los oyentes, siempre al borde de la sorpresa (cuando no del rechazo frontal), pudieran experimentar nuevas sensaciones auditivas, muchas de ellas producto del empleo de una tecnología electrónica que, desde la segunda mitad de la década de los 50, iba haciendo, tímida y paulatinamente, su aparición en el universo musical.

Silver Apples, nombre proveniente de un poema de William B. Yeats ("The Song Of The Wandering Aengus" de 1897), consigue una cierta relevancia dentro del reducido escenario experimental del Nueva York de la segunda mitad de los 60, al igual que lo hacen sus bandas gemelas en este estilo, las californianas The United States Of America y Fifty Foot Hose, éstas abarcando, casi en exclusiva, el amplio escenario geográfico de la costa oeste americana (sin salir más lejos la segunda, mientras que la primera si llega a obtener efectivamente una mayor repercusión en la amplia comunidad del San Francisco de la época). Igualmente, los miembros de Silver Apples se mueven en una deriva de mayor experimentación tecnológica "per se", cuestión que junto a la ausencia en su propuesta de un contenido político-reivindicativo (estamos en los albores de 1968) y de antecedentes puramente adscritos a la "intelligentsia" musical (los provenientes, por ejemplo, del "Poème Èlectronique" de Edgard Varese o de las composiciones de Arnold Schoenberg y Ernst Krenek), los distinguen claramente de sus hermanos californianos.

El primer trabajo de nuestros Silver Apples, grabado a primeros de 1968 y editado por el sello local Kapp en Junio de ese mismo año, lleva el mismo título de la banda y se alinea fielmente en el estilo de música electrónica de la época. Estilo que, pretendiendo transmutar al oyente hacia una nueva experiencia psíquica, intenta con sus pulsaciones una suerte de reacción interna y externa en el mismo, una amalgama de sensaciones "innerspace" y "outerspace" que le conduzcan hacia territorios de examen interior y de comunión colectiva en un cosmos alejado de su espacio más cercano. Lo que se persigue, en definitiva, es lograr que el receptor entre en trance, ese estado propiciado por un "medium" que trata de lograr efectos paranormales (y que tan bien consiguen las largas improvisaciones de los mejores Grateful Dead, por ejemplo), mediante la repetición sistemática de un ritmo que conduzca hacia un estado controlado de tensiones casi hipnóticas.

Nuestros protagonistas de Silver Apples, más conocidos en el ambiente neoyorquino de entonces como "The Simeon" y "The Taylor Drums", se sirven de un tejido instrumental que bien merece la pena reseñar en detalle. El primer módulo consiste en 9 osciladores de audio y 86 controles manuales. Los osciladores principales y los rítmicos son manejados con las manos, codos y rodillas, mientras que los osciladores graves son dirigidos desde los pies. "The Taylor Drums" aporta 13 tambores, 5 cimbeles más otros instrumentos de percusión. Danny Taylor, según se explica en el propio texto del disco, usa sus instrumentos de percusión siguiendo un sistema matemático de pulsación, creación propia, apto para concebir líneas ritmicas y melodías automáticas. La propia interacción rítmica y melódica de ambos módulos crea un sonido que evoca, según sus autores, la pura esencia de la música electrónica. Doy fe, como atento perceptor, que lo consiguen.

En el transcurso de los nueve temas que completan la grabación, Silver Apples, en el más exacto término, innova su propio sonido, y lo hace a través de un denso patrón de percusión, hipnóticas líneas graves y textos líricos de indudable belleza barroca, creando un tono rítmico que engancha al oyente sin misericordia alguna. Lírica que se vale tanto de composiciones propias como de textos poéticos de otros artistas (Stanley Warren y Eileen Lewellen); también de pasajes musicales que evocan las plegarias curativas de tribus indígenas americanas en la pieza "Dancing Gods", especie de danza ceremonial que rememora las súplicas de los indios navajos, invocación que, desde hace siglos, realizan para lograr la salud de sus miembros. Voces que recitan, no existe esencialmente una canción como tal, desde el concepto más primario del sonido como oscilación y fluctuación ("Oscillations"), hasta parajes donde la estética psicodélica toma carta de naturaleza en su misma estructura imaginaria, aventura y viaje ("Velvet Cave"), serenatas marinas ("Seagreen Serenades"), dedos de espuma ("Lovefingers")..., frecuencias radiofónicas alteradas (en "Program") junto a ambientes esotéricos, donde la idea de felicidad queda inapelablemente unida a extravagantes estados mentales ("Whirly-Bird", "Dust" o "Misty Mountain").


De los grupos hermanos mencionados junto a  Silver Apples, éste fue el único que tuvo cierta continuidad. En 1969 graban su también celebrado "Contact", el mismo año que la ciudad de Nueva York les encomienda la composición de un tema celebratorio del primer alunizaje humano ("Moon Tune"). Graban un nuevo album en 1970, aún inédito al no encontrar sello que lo publique, y desaparecen después hasta bien pasada la segunda década de los 90, en que editan nuevos discos (quizás el más conocido sea el que publican junto al Sonic Boom de Spectrum en 1998, "A Lake Of Teardrops"). Simeon Coxe III sigue en activo en la música, al frente de una revisionada Silver Apples. Dan Taylor falleció en 2005. Y si hablamos, para finalizar, de grupos hermanados, ¿por que no hacer una última referencia (a efectos meramente de seguimiento estilístico posterior) a Klaus Schulze, el músico que, según mi criterio, más se ha acercado y desarrollado los postulados electrónicos iniciados por la banda neoyorquina?. Pues queda dicho entonces.








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