LA TRIBU HUMANA
PETE BROWN & PIBLOKTO! " THOUSANDS ON A RAFT"
Hablo de un lugar que no conozco pero se que en algún momento de mi vida estuve allí. También de un tiempo en el que no existe la esperanza, porque no tuvo pasado ni tiene presente, y puedo, por lo tanto, elegir su ubicación a mi antojo. Es en este entonces cuando relato un viaje más de la tribu humana, aquella a la que pertenezco al igual que todos los originarios del lugar al que ahora me dirijo (y al que peregrinaron, siglo tras siglo, otros muchos que vinieron aquí antes de que yo lo hiciera). Acerco mi oído hacia el pequeño hueco exacto, situado entre dos ladrillos viejos, pretendiendo escuchar el sonido del musgo verde, humedecido por cientos de años de lluvia y nieblas. Siento ahora un frío de líquenes que perpetúa una geografía diminuta de virus incrustados. Rodeo el recinto y me coloco en la pared meridional desde donde se muestra, en el mismo momento en el que hablo, un solitario rayo de luz que parece estar enfocado por la antorcha de un rey antiguo.
Nos encontramos en la Morden Tower de Newcastle el día 16 de Junio de 1964. Allí ha acudido Pete Brown para realizar la primera lectura pública de sus poemas, en una fecha que conmemora el conocido Bloomsday pero, sobre todo (seamos sinceros), Pete celebra aquella interminable y grasienta paja que Nora Barnacle (entonces su novia) le hizo a un todavía novicio James Joyce en el suburbio de Ringsend (Dublín). Pete conoce la anécdota y por esa razón lleva esa mañana unos slips bien apretados contra su suelo pélvico. Pretende sentir una excitación similar mientras abraza enamorado el contorno de la torre, sabiendo, como solo los poetas lo llegan a conocer, que las manos femeninas ausentes son las mejores caricias que se procuran los solitarios. No existen datos suficientemente contrastados del poema que Pete Brown recitara en aquella oportunidad (ninguna referencia conocida de su grupo literario de entonces, New Departures), por lo que me es libre imaginar que entre sus versos sintiera la inspiración del Golem en la antigua sinagoga de Praga. Nacido en 1940 en Ashtead (condado de Surrey) Pete Brown forma parte de la primera hornada de poetas establecidos en Liverpool a principios de la década mágica de los 60. Sus maestros y compañeros, que recitan junto a él en esa especie de Muro de las Lamentaciones Líricas, Ted Hughes, Lawrence Ferlinghetti, Gregory Corso, otorgan a la Morden Tower un aura de misticismo que imanta las mejores mentes de San Francisco, París, Edimburgo, el Nueva York de Greenwich Village y el Londres autogestionario de Ladbroke Grove.
Salvo para los muy iniciados Pete Brown no será reconocido (lamentablemente) por sucesos de este tipo y si lo será, felizmente sin embargo, por su participación como letrista en uno de los mejores power-trío que ha dado la historia de la música rock, Cream. No puedo resistirme a enumerar los muchos temas en los que colaboró con la banda londinense, siquiera sea por dejar constancia de la enorme importancia que tuvo su contribución. ("I Feel Free" de "Fresh Cream", 1966; "Sunshine Of Your Love", "Dance The Night Away", "SWLABR", "Take It Back" de "Disraeli Gears", 1967; "White Room", "As You Said", "Politician", "Deserted Cities Of The Heart" de "Wheels Of Fire", 1968; "Doing That Scrapyard Thing", de "Goodbye", 1969). Colaboración que, una vez finalizada la trayectoria de Cream, se extiende aportando textos en los que serían posteriores trabajos en solitario de su bajista Jack Bruce.
Pete Brown forma parte de una tardía rama beatnik inglesa y, al igual que varios de sus compañeros americanos, manifiesta una temprana querencia por la recitación pública ("Poetry In Action"). Sus primeros poemas se publican en la revista americana Evergreen Review, plataforma que desde los primeros 60 ha dado a conocer en Inglaterra los trabajos de artistas ya consagrados como William S. Burroughs, Allen Ginsberg o Jack Kerouac, entre muchos otros. La atracción que sus pares americanos experimentan por la música, y de manera muy acentuada por el jazz en su primera vertiente be-bop y free-jazz, parece que se transmutara en la inclinación que siente nuestro protagonista por otros estilos musicales, el folk, el blues y, por supuesto, también por el jazz. El éxito como letrista con Cream le abre las puertas para componer textos poéticos y musicales con el guitarrista John McLaughlin (The First Real Poetry Band) y con la Graham Bond Organisation, banda con la que incluso llega a participar como cantante en alguna actuación en directo. Pero los grupos musicales en los que realmente se vuelca, los creados por un inquieto Pete Brown que pretende ser el más destacado protagonista de su propuesta poético-musical, son el Pete Brown and His Battered Ornaments y el Pete Brown & Piblokto!, dos bandas que fueron paradigma del mejor underground inglés de la época.
La historia de sus Battered Ornaments no deja de ser considerada como una de las primeras traiciones de las que se tiene constancia en los anales del rock británico. Banda formada en 1969 después de la colaboración de Pete Brown con Cream & Jack Bruce, sus miembros (entre los que se encuentra un ya reconocido Chris Spedding), acuerdan despedir a nuestro personaje justo la víspera de un concierto programado en el Hyde Park londinense junto a The Rolling Stones. Alegan falta de voz y exigua presencia escénica de Pete, criticando, además, ser abanderados de un estilo (mezcla jazz y blues) que consideraban falto del interés e impacto para gran parte del entonces público asistente a conciertos multitudinarios. Pero no terminaba allí el oprobio. Esos mismos miembros de The Battered Ornaments que, revueltos como Judas contra su creador, deciden borrar toda la grabación vocal que Pete realizó en su segundo trabajo, "Mantle-Piece", (1969), no tienen sin embargo inconveniente en mantener ese mismo estilo de fusión musical que, eso si, consideraban idóneo para ser escuchado en casa, ausentes los posibles oyentes de aquellos escenarios al aire libre donde todavía imperaba la cultura pastoril hippie.
Afortunadamente para los intereses de nuestros lectores Pete Brown reacciona rápidamente dando luz a una nueva criatura, la Pete Brown & Piblokto!, banda cuyo estilo musical no se aleja básicamente de su aventura anterior pero que sí tiene, y en este paso adelante nuestro protagonista sabe reorientar su carrera, una inclinación más acusada por un rock melódico y progresivo que no olvida, insistimos, unas raíces que mezclan el rhythm & blues britanizado y los ambientes jazzísticos del Ronnie Scott´s más working-class, el del público que se colocaba al lado del guardarropa en las primeras sesiones de la tarde. En ese mismo año 1970, Harvest, la rama progresiva del sello EMI, publica los que serían los dos únicos trabajos del nuevo grupo de Pete. "Things May Come And Things May Go But The Art School Dance Goes On Forever" y, el que nos ocupa hoy, "Thousands On A Raft". En el año anterior, 1969, Harvest edita 3 singles de la banda que, a excepción del tema "High Flying Electric Bird", no se encuentra en ninguno de sus dos trabajos mencionados. (Habrá que esperar hasta 1977 para que la compilación "My Last Band" los incluya en su totalidad para deleite de los aficionados).
La cara A de este "Thousands On A Raft", en su comienzo sublime, "Aeroplane Head Woman", planea sobre mi cabeza como una bandada de aves migratorias que vuelven, una y otra vez, al redil de mis mejores recuerdos musicales. Los riffs de guitarra de Jim Mullen, junto a una voz de Pete que palpita dentro de un muelle sosegado, elevan la melodía hacia cumbres de máxima belleza. Los teclados de Dave Thompson otorgan a la canción una elegancia rítmica palpable, casi comestible; la base rítmica de Steve Glover (bajo) y Rob Tait (batería) tensan cordialmente un tema que no me canso de tararear entre sueños. "Station Song Platform Two" posee el mejor toque Procol Harum, acentuado por un piano prodigioso. Hay una marea nocturna y tibia que cubre toda la canción y algo te empuja a bailar hasta derretirte entre los brazos de la melancolía. "Highland Song" es una suite progresiva al uso, de aquellas primeras que escuchábamos ya bien colocados, interminable en su pura perfección de algo más de 17 minutos, eco y frontón del virtuosismo interpretativo de los instrumentistas de la banda. Los constantes riffs de guitarra de Mullen y, sobre todo, la batería de Tait, me retrotraen a aquellos dorados domingos sin fútbol.
"If They Could Only See Me Now Parts I & II", el tema que abre la cara B, me recuerda los mejores momentos de bandas como Colosseum o la Manfred Mann´s Earth Band, todos los miembros embarcados en un totum revolutum orgánico que, otorgando a la voz de Pete el mínimo tiempo necesario, se lanza por una pendiente que también anticipa el mejor Traffic percusivo de Reebop Kwaku Baah. "Got A Letter From A Computer" tiene el halo inconfundible de una recitación de temática anti-tecnológica (¡en 1970!...), obsesiva en su base rítmica y que solo puede ser calmada por un teclado de Dave Thompson que, en los puentes intermedios del tema, se pierde por cerros cercanos al mismísimo Herbie Hancock. "Thousands On A Raft", la canción que cierra la cara y da título al Lp, se nos antoja como la típica balada rock de medio tiempo, hasta cierto punto calmada en su parte vocal (donde concurren, dicho sea de paso, las mejores estrofas líricas de Pete), pero vigorizada falsamente en los intermedios instrumentales. El resultado final, empujado por una melodía que no acaba de encajar en ninguna de las partes descritas, hace lamentablemente de este tema el más flojo del disco.
La trayectoria posterior de Pete Brown una vez disuelto Piblokto!, consecuencia de una gira frustrada por los escenarios americanos, le lleva a colaborar de nuevo con Graham Bond y grabar su conjunto "Two Heads Are Better Than One" (1972), en el que también participa nuestro amigo Jack Bruce. Ya en 1973, un trabajo tipo spoken word, "The Not Forgotten Association", compuesto en su mayor parte por poemas escritos en los primeros años 60 (aquellos que vieron a nuestro artista por primera vez merodeando por la Morden Tower de Newcastle), ve la luz . He de confesar que las grabaciones posteriores de nuestro protagonista, siendo de por sí muy escasas, no han llegado nunca a interesarme, salvo quizás la que hizo en 2010 con su último socio Phil Ryan (miembro de la postrera versión de Piblokto!). El trabajo "Road Of Cobras", que incluye la participación de figuras como Maggie Bell, Arthur Brown, Mick Taylor y el Jim Mullen de "Thousands On A Raft", forma en estos instantes parte del trabajo de búsqueda y captura de una obra completa que, me impongo la creencia obligada del fanático, promete ser un digno punto final a la trayectoria de este único artista multi-disciplinar inglés.
Javier ,
ResponderEliminarConozco la mayoría de referencias musicales de tu artículo, pero no he escuchado nunca nada de las principales; Pete Brown and His Battered Ornaments y Pete Brown & Piblokto!. Auténtico underground británico por descubrir. Con la excelente pinta que tienen estas portadas sólo me queda decir que menudas joyas has sacado a escena.
Saludos,
Si tienes oportunidad de escuchar algo de estas bandas de Pete Brown, hazlo Jordi. Un buen consejo de amigo.
EliminarSaludos,
Javier.
Esperaba esta entrada tras tu anuncio en mi blog, Javier. Peter Brown, Procol Harum, Cream, Jack Bruce; muchos nombres en común con mi entrada sobre el primer elepé del gran bajista. Al igual que el anterior comentarista, no he escuchado la música que nos comentas, pero tomo buena nota. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Está su música en la onda de los grupos que incluyo en la entrada, más orientados al r&b progresivo con Piblokto! e improvisación jazz-rock con Battered Ornaments. En todo caso, grupos muy undergrounds de la época pero que tuvieron entonces su buena cantidad de seguidores.
EliminarAbrazos,
JdG
Tu relato sobre la historia y el personaje son impecables como siempre, y desde luego resulta evidente que sientes simpatía por los perdedores. Por alguna extraña razón, a Brown lo asocio a los primeros Soft Machine, o incluso casi mejor a los Wilde Flowers, es decir, a unos primeros tiempos de Canterbury en los que la psicodelia, el surrealismo y el primer progresivo eran todo un magma en el que por otra parte también tenían su lugar los recitadores. Una época apasionante pero que por desgracia no duro mucho porque musicalmente todo iba muy rápido.
EliminarCon el tiempo cambian los gustos un poco; no completamente, pero sí un poco: hace mucho tiempo que no he vuelto a las grabaciones de Brown con Bond (otro maldito de la época), y de Piblokto ya solo escucho a veces la cara A del primero. En cambio sigue gustándome la "traición" de Chris Spedding con Battered Ornaments. Supongo que será porque Spedding es un músico puro antes que cualquier otra cosa; no tiene carga intelectual, y en consecuencia la mayoría de su obra resiste mejor el tiempo. Pero en fin, esto es una pura elucubración. Lo que cuenta es lo que gusta a cada uno.
Pete Brown fue un personaje tipo que, por desgracia, ya no abunda en nuestros tiempos. Poeta, compositor, instrumentista de talento, activista cultural, testigo de excepción de una época irrepetible, aquella en la que el rock todavía conservaba un prurito de cambio social real. Su legado en Battered Ornaments y Piblokto es ciertamente importante, aunque minoritario. Sus conexiones con Cream, Bond y Spedding dan para mucho texto, siempre interesante para el aficionado que busque más allá de los créditos de los discos.
EliminarEsa época de Canterbury que comentas es apasionante (he publicado algo sobre el "In the land of grey and pink" de Caravan, y estoy tentado de seguir pidiendo inspiración a Blake y Keats)
Saludos y gracias,
Javier.