HALL OF FAME VIII: SAM LIGHTNIN´HOPKINS
SAM LIGHTNIN´HOPKINS "WALKIN´THIS ROAD BY MYSELF"
Me gusta el blues aunque debo reconocer no ser precisamente un experto en este género musical, me gusta la palabra blues, igual que me ocurre con la palabra flamenco, y por esa misma razón también siento por ese arte cierta predilección. Muchas veces la belleza de las expresiones puras empujan al receptor a aceptarlas de buena gana, pareciera como si unos hilos suaves y recónditos impulsaran al destinatario hacia la estancia en una zona de nubes bajas, de luz de media tarde. Quiero imaginar que el blues, igual que el flamenco, son términos limpios, sin apenas contaminación, salvo la que se pueda encontrar en el crujido oxidado del molino del negocio, y aun así las voces de ambos géneros musicales se admiten más fácilmente porque hablan al oyente, como pocas, de la experiencia de sus intérpretes. Me gustan también las imágenes rurales del blues, más que las urbanas. El color de las plantaciones, de los aserraderos, el polvo de los caminos, los raíles de las estaciones ferroviarias.
Mis primeras experiencias con el blues se remontan a un tiempo ya muy lejano, y no fueron artistas negros los que me dieron a conocer ese género, fueron músicos y bandas inglesas los que me introdujeron previamente en el blues. Me vienen ahora a la cabeza las versiones del "Spoonful" de Ten Years After o del "Born Under A Bad Sign" de Cream, el "Dust My Blues" de John Mayall and The Bluesbrakers, el "Boom Boom" de The Animals. La labor de esos intérpretes fue fundamental para hacerme conocer el blues, sus raíces, y afianzar posteriormente la búsqueda de los músicos originales, sus primitivas interpretaciones, la historia latente de sus composiciones en el tiempo en el que se produjeron. La lectura de revistas musicales de la época (el Disco Express de Jordi Sierra i Fabra, el Vibraciones de Ángel Casas, ¡ah, aquella Barcelona!...), la "Historia del Blues" de Paul Oliver (Alfaguara/Nostromo, 1976), la escucha de los programas radiofónicos de Popular FM, con husos horarios exclusivos para la mejor música de raíces negra, hicieron el resto.
Sam Lightnin´Hopkins es fruto de esa búsqueda, de ese interés por conocer de primera mano el trabajo de los intérpretes básicos del blues. Fue el artista tejano uno de los que más gratamente me sorprendieron, debo decirlo, junto a Screamin´Jay Hawkins, éste último más por su divertido histrionismo y cercanía al expresionismo rock, el primero por su pureza racial, por ser trovador genuino de aquellos colores de algodón, madera, metales y aire sureño en suspensión.
El primer acercamiento a Po´Hopkins (como gustaba que le llamaran) fue la magnífica recopilación que el sello Arhoolie hizo de sus grabaciones en Houston entre 1952 y 1953 ("Houston´s King of the Blues. Historic Recordings 1952-1953". Blues Classics 30). Una de las imágenes más icónicas del guitarrista aparece en la portada. Antoinette Charles reposa sus manos alrededor de sus hombros, el artista se nos muestra sentado empuñando su guitarra conectada a un amplificador, la cabeza, ligeramente ladeada hacia la derecha, sostiene sus brillantes lentes. Un cigarrillo se asoma por la comisura de los labios; en la mesa, en el anaquel trasero y junto a una de las patas de la silla, cinco botellas de cerveza tejana Pearl yacen vacías junto a un paquete de Lucky Strike. En la contraportada, Connie Kroll marca el ritmo en un básico kit de batería mientras sostiene entre sus dientes una toalla blanca, un juke-box se encuentra apoyado contra la pared, varios vecinos coinciden en la instantánea tomada por Chris Strachwitz, uno de los impulsores internacionales del guitarrista. Aunque creo que la imagen es de un artista ya reconocido a cierto nivel nacional, y por tanto no exactamente coetánea con los años correspondientes a esta grabación, debo reconocer que la fotografía tuvo un efecto hipnótico en mi aceptación inmediata de la figura de Sam Lightnin´Hopkins.
El guitarrista tejano nace en 1912 en Centerville, un conglomerado de granjas dispersas donde las plantaciones de algodón y los aserraderos de madera ofrecen a la población negra su modo más habitual de subsistencia. A los ocho años construye su primer instrumento sobre la base de una vieja caja de cigarros y unos alambres convenientemente limados. Sus hermanos mayores Joel y John Henry le instruyen en sus primeros acordes, tres años más tarde asiste a un concierto benéfico en Buffalo, a 18 millas al norte de Centerville, donde actúa Blind Lemon Jefferson. Su participación, improvisada y sin previa invitación, llama poderosamente la atención del también legendario guitarrista tejano, convenciéndole para contar con él en futuras giras y conciertos por las cercanas localidades estatales. Un Sam apenas adolescente ha elegido ya su camino, la falta de control parental, su padre es asesinado en una riña de juego clandestino, abre para él las puertas de lo que nunca quiso ser, un jornalero del campo a tiempo completo, aunque para subsistir en esas primeras andanzas no tuviera más remedio que doblar el espinazo de vez en cuando.
Ahí es donde nace el mito del "walkin´this road by myself" de Po´Hopkins, un epígrafe que le acompañará toda su vida artística. Inicialmente son las calles de Centerville y Crockett, puntos equiláteros de un gran triángulo que funciona como galvanizador de buena parte de la emigración sureña negra (aquella que no opta por trasladarse a las ciudades industriales del norte), donde nuestro guitarrista se gana la vida. Sigue el itinerario de los camiones repletos de jornaleros del delta del Misisipí que, huyendo de la Gran Depresión, se desplazan hasta Houston. Espera pacientemente los ferrocarriles que llegan hasta las ciudades costeras de Galveston y Port Arthur, donde la industria petrolera reclama nueva mano de obra barata y sin demasiada cualificación profesional. En los aledaños de las oficinas de contratación rasga su guitarra, improvisa sus textos, danza al ritmo de los bailes rurales, el "Texas Tommy", el "Sukey Jump", el "salto de la culebra", algunos de los asistentes marcan el ritmo con sus manos y pies, alrededor de un círculo que va creciendo paulatinamente, porque ven en Po´ Hopkins la conexión con sus raíces rurales, la única diversión que les da la bienvenida en un nuevo y desconocido destino laboral.
A finales de la década de los 30 Po´ya está instalado en Houston. En muchas de sus "actuaciones" en el barrio de Third Ward, cerca de los clubes nocturnos de baile de Dowling Street, le acompañará Alger "Texas" Alexander, pariente lejano que también compartió con nuestro guitarrista previas andanzas callejeras en la Camp Street de Crockett. Su voz, potente y arañada (ya por entonces recogida en algunas antiguas grabaciones de los sellos Okeh y Vocalion), es el contrapunto ideal para la guitarra de Hopkins. Su estilo acoge (para salvaguardarlas), las más puras esencias del llamado down-home country blues, una mezcla de country & western, cajun, creole, zydeco, vals y polka. Su peculiar modelo de fingerpicking contrastaba arpegios desde las cuerdas altas, las "singles notes", con un pesado ritmo de bajo acompañado, muchas veces, con el "tapping" en el cajón de la guitarra. Sus composiciones propias son las de un auténtico storyteller, no pocas veces improvisadas al amparo de los acontecimientos más prosaicos. Los textos hablan de su "walkin´this road by myself", sus experiencias vitales, su alejamiento de la vida convencional, su libertad de trovador encuentra múltiples ejemplos para compartir con la audiencia. Muchos de sus escenarios naturales le localizan en los mismos pasillos de los autobuses que recorren la ciudad, actuando para los pasajeros, pasando el sombrero para recibir las monedas y, al llegar a sus esquinas favoritas, apearse para seguir la función en los beer-joints más cercanos.
A mediados de la década de los 40 Lola Anne Cullum, joven investigadora de las raíces sureñas del blues, le convence para trasladarse a Los Ángeles y así realizar sus primeras grabaciones en el sello Aladdin. El elegido para acompañarle en aquellas sesiones fue Wilson "Thunder" Smith, otro tejano de Wharton que viene a representar, además de la guitarra acústica, la otra gran escuela instrumental del estado de la Estrella Solitaria, el piano. La grabación de innumerables singles, publicados por el sello angelino a partir de 1947, le abren la puerta de Gold Star, otro sello esta vez de casa, en Houston. Temas, tan populares actualmente, como "Feel So Bad/"Rocky Mountain Blues", "Jail House Blues"/"T Model Blues" contemplan ya a nuestro artista cotizando en las listas, pero no será hasta 1950, con su "Sotgun Blues"/"Rollin´Blues" (cuando las tres cuartas partes de la producción discográfica en EEUU se reproduce exclusivamente en los juke-box), el momento en el que este último acetato del sello Aladdin alcance el puesto número 5 de la Billboard R&B Chart.
En la década de los 50 parece que nuestro artista sufre un repentino bajón de popularidad, aunque sigan publicándose numerosas grabaciones en sellos como Mercury, RPM, Sittin´In With, Decca, Jax o Herald (obvio comentarles los precios actualmente pagados por las copias originales...). Po´subsiste, además de apostando fuerte a los dados y desligándose definitivamente del mantenimiento económico de su familia legítima, pagando a las casas discográficas con su misma moneda, esto es, revendiendo las diferentes tomas de canciones grabadas anteriormente a distintos sellos interesados, también cobrando por anticipado cualquier actuación que hiciera en los clubes de Houston, el Ebony, el Shady´s Playhouse y, sobre todo, el afamado El Dorado Ballroom. Tiene que llegar el final de la década para que Sam Charters, un revivalista de la escena folk americana, reedescubra a nuestro protagonista y grabe sus temas de entonces en su sello Folkways. Este resurgimiento del guitarrista tejano le sirve de lanzadera para actuar en 1960 en el Carnegie Hall neoyorquino junto a Joan Baez y Pete Seeger, también para participar, junto a Sonny Boy Williamson y Howlin´Wolf en el segundo American Folk & Blues Festival celebrado cuatro años más tarde en la ciudad alemana de Hamburgo.
En el entreacto de esos cuatro años tiene lugar en los estudios A.C.A. de Houston la grabación de este "Walkin´This Road By Myself" (Fantasy, 1962). Acompañan a nuestro protagonista Spider Kilpatrick a la batería, Billy Bizor a la armónica y el malogrado Buster Pickens al piano. Los 10 temas incluidos en el álbum ("Walkin´This Road By Myself", "Black Gal", "How Many More Years I Got To Let You Dog Me Around", "Baby Don´t You Tear My Clothes", "Worried Life Blues", "Happy Blues For John Glenn", "Good Morning Little School Girl", "The Devil Jumped The Black Man", "Coffee Blues" y "Black Cadillac") continúan y refuerzan el estilo instrumental de Po´, también su vertiente de rapsoda de la comunidad negra tejana. Los textos de los temas, cuya lírica cambia sustancialmente en versiones de artistas como Muddy Waters o el mismo Chuck Berry (lo hace igualmente en diferentes tomas grabadas por el guitarrista en discos posteriores), muestran un trasfondo de lucha por la supervivencia, rasgaduras sentimentales, pugna por seguir la elección de una vida en libertad, instantáneos homenajes a héroes del momento, algunos de ellos con un doble sentido claramente sexual ("Baby Don´t You Tear My Clothes" y "Black Cadillac"), otros con referencias a la ilusión de una infancia ya pasada ("Good Morning Little School Girl", "Happy Blues For John Glenn").
Sam Lightnin´Hopkins, como muchos otros artistas en su propia tierra, no ha tenido el reconocimiento que la ciudad de Houston debe al músico más importante de su historia, tan solo una estatua, erigida por suscripción popular en 2002 en la vecina ciudad de Crockett, recuerda su legado. La influencia que numerosos guitarristas de blues y rock han recibido del guitarrista tejano (el mismo Jimi Hendrix lo reconoce como su ascendiente de mayor relieve) es inmensa. Su blues campero, polvoriento, corredizo y pleno de influencias crossroads, muestra la mejor imagen de un artista irrepetible, un tipo que hizo de su libertad de elección el camino a seguir.
Es un músico al que nunca me he acercado (¡craso error!), pero he visto por ahí CD doble con cuatro de sus elepés entre los que está el escogido por ti. Habrá que remediarlo en breve. Coincido en lo que dices de blues y flamenco, por cierto. Gracias por la semblanza y la recomendación.
ResponderEliminarAbrazos.
Remedio a mano, por lo que veo. No lo dejes escapar.
EliminarAbrazos,
Javier.
Tu caso es el de casi todos nosotros: los europeos, por lo general, llegamos al blues de rebote, por la influencia de los músicos británicos que revolucionaron ese estilo a mediados de los años 60: Hopkins, B.B. King y cualquier otro santón del género probablemente habrían pasado desapercibidos aquí de no ser por los isleños. Bueno,y luego los propios yankis.
ResponderEliminarLuego fuimos apreciando las bondades del género, aunque por supuesto nunca conseguiremos identificarnos completamente con un estilo que nace de la esclavitud, la pobreza, el desarraigo, todas elcúmulo de desgracias que afectaron a esa raza. No hay muchos géneros que tengan por nombre una palabra del tipo "tristeza", y eso ya es un detalle muy llamativo.
Un historia detallada e impecable, como siermpre.
Si, buena reflexión. Además, cada vez me decanto más por el blues acústico y rural, frente al electrificado de Chicago, me parece más auténtico, más ligado a las propias raíces negras.
EliminarSaludos,
Javier.
Yo también soy de los que llegué al blues a partir del rock y el soul y desde entonces he ido creando durante años una colección básica de grabaciones en donde no falta Lightnin' Hopkins así como como Dixon , Waters, Walker, King entre otros.
ResponderEliminarComo se comenta, las similitudes con el flamenco son evidentes principalmente cuando el blues es rural y no eléctrico, así y todo encuentro que musicalmente el flamenco es más complejo musicalmente y el blues más básico. Ambos tienen duende (como dicen los flamencos) y que sería como decir "From the soul" en inglés, y la voz o el cante es parte esencial para ambos géneros.
Saludos,
Bueno, el flamenco tiene también raíces africanas, aunque adaptadas por la rama árabe y la posterior gitano-andaluza. Efectívamente, es más complejo y de hecho tiene muchos más variantes que el blues. Por lo que veo, todos nos hemos educado en la misma escuela.
EliminarSaludos,
Javier.
Precisamente el otro día lo estuve escuchando. Y ahora leer esta monstruosidad (en el buen sentido de la palabra) de post me satisface plenamente. Es verdad que no ha tenido el reconocimiento como otros, pero su influencia es clarísima. Abrazos.
ResponderEliminarJoder Johnny, perdona por el retraso en contestarte. El monstruo no seré yo, evidentemente, sino el guitarrista tejano. Reconocimiento creo que lo tiene, no tanto como otros de la escuela de Chicago, por ejemplo, pero si dentro de los artistas más genuinos del sur de los EEUU.
ResponderEliminarAbrazos,
Javier.