EL ROCK Y LAS CIUDADES X: MUSCLE SHOALS
BOB DYLAN "SLOW TRAIN COMING"
Llevaba varias semanas cavilando sobre la conveniencia de mi salida de la ciudad sin llegar a concretar ningún plan definitivo, la idea iba conformándose fragmentariamente, como las migas de pan después de una comida, aun desperdigadas alrededor de la mesa, formando una geografía de archipiélagos caprichosos. El hecho innegable era que necesitaba cambiar de aires, alejarme de un ambiente que me acercaba a un punto de no retorno. Atisbaba claramente el peligro de permanecer por más tiempo en una ciudad que me exigía un alto precio a pagar, la continuada falta de consciencia se había convertido en un comodín que rara vez se presentaba en la mesa de juego. No me ayudaba. Había decidido también abandonar a mi compañero de viaje, su comportamiento era aun más grotesco. Aunque lo planteara como una situación temporal, nuestro alejamiento formaba parte de un objetivo a más largo plazo, pretendía convertirse en una necesaria fuerza purificadora.
Así que una mañana decidí extender el mapa en la mesa del comedor de Marigny, los diferentes destinos se presentaban ante mí con la misma incertidumbre de un puzle a punto de iniciarse. Observé las agujas de mi reloj de pulsera, el minutero marcaba la mitad del camino entre las cinco y las diez, de manera que desplegué la regla hacia cualquier punto coincidente. Muscle Shoals apareció al final de la escala numérica. La perspectiva de visitar los míticos estudios de grabación de FAME o el de Muscle Shoals Sound Studios, donde tan grandes estrellas del soul y el rock habían grabado, se presentó de inmediato. Barajé incluso la posibilidad de desviarme a mitad de camino, en Meridian, desde allí podría atravesar parte del estado de Misisipí para entrar en Alabama y recalar en Montgomery para subir después hasta Birmingham. Los siguientes momentos me vieron emocionado recopilando información sobre los artistas originarios de ambas ciudades: Hank Williams, Nat King Cole, Wilson Pickett, Emmylou Harris, Sun Ra, The Temptations, Dan Penn... Y desde Birmingham por la estatal 157 llegar hasta los alrededores de Muscle Shoals, en Sheffield y Florence, allí me esperarían Arthur Alexander, Sam Phillips y Rick Hall, creadores estos últimos de la Sun Records y de los estudios FAME. Solo quedaba elegir el disco, el verdadero motor de tan extravagante viaje.
Decidí prescindir del Edsel Corvair y viajar en tren, de modo que bajé hasta la Union Central de Loyola Avenue para comprar mi billete por 36 dólares. Aproveché después para acercarme a Matairie y recitar una poesía de Bousoño ante la tumba de Gram Parsons..."Aquí estás camino de siempre / hacia delante, rota / la aspiración rosada..." Comí sin apetito un sandwich de pepinos en Toledano Street mientras contemplaba el mural del artista MTO en el que Dr. John aparece en toda su gloria de The Night Tripper. Me despedí de él. De vuelta en Marigny me vi forzado a hacerle la colada a la casera por última vez, cansado, recogí mi cuarto lo mejor que pude, resolví llevar el menor equipaje posible, dos o tres libros de Baroja, Vonnegut y unos relatos cortos de Cortázar, además de una desgastada baraja de cartas francesa. Me observé detenidamente en el espejo del baño antes de acostarme, mi cara tenía una expresión demasiado pálida, una mano invisible extendía todos sus dedos arañándola suavemente, del fondo de la calavera surgía una mueca de desconcierto.
Debo aclarar que no buscaba en este viaje ninguna recuperación, de sobra sabía que cualquier síntoma de mejoría física me llevaría de nuevo al fondo del abismo, haciéndome caer otra vez en la profundidad de una adicción que no me causaba más que problemas. La experiencia no me servía de nada. La fatiga que desde hacía algún tiempo venía padeciendo mantenía mis músculos en una suerte de suspensión hidroneumática, acrecentaba la sensación de hipotermia ingiriendo cortos y constantes sorbos de limonada helada. Buscaba, eso sí, un estado de hibernación mental, pensando que de ese modo podría luchar mejor contra la tendencia a un llanto que me rompía en mil pedazos (con muchos mocos al final). Necesitaba experimentar una renovación anímica, el flujo de un espíritu reconstruido en base a un nuevo proceso auto-analítico, mudar de la piel de serpiente para convertirme en una bola de algodón.
Medité sin rumbo fijo durante gran parte del trayecto en tren desde NOLA hasta Meridian. Allí, en una oficina cercana a la estación de destino, alquilé un Hyundai Sonata y me dispuse a iniciar el resto del viaje hasta Muscle Shoals, atravesando en cuña una buena parte del estado de Alabama. Antes de llegar a la frontera, el paisaje en el lado de Misisipí abunda en tierras bajas, planicies que emiten un aliento verde y caliente sucediéndose entre turbas y edificios de sedimentos de polvo amarillento, el lento flujo del agua que aparecía entre colinas de pequeña altura regalaba una cómoda parálisis a mis ojos soñolientos. Desde Meridian a Montgomery, ya al volante, apenas existen medianos núcleos urbanos, la planicie se sucede entre prolongados bancos de lirios anaranjados hasta que, tomando la 157 en dirección a Birmingham, aparecen las primeras extensiones de bosques de pinos. Esa es la escena que predomina hasta llegar al tridente formado por Decatur, Huntsville y Muscle Shoals. Allí las estribaciones de la cadena de los Apalaches ya empieza a descender hacia los grandes conglomerados del río Tennessee, el agua parece fluir sin aparente control, arroyos, lagos, cascadas, corrientes naturales y pantanos marcan la divisoria de una malla que recoge y transforma la música que navega desde Memphis y Nashville.
A esas alturas del viaje ya tenía decidida la banda sonora, el "Slow Train Coming" (Columbia Rcds, 1979) de Bob Dylan. Grabado entre el 30 de Abril y el 11 de Mayo de 1979 en los Muscle Shoals Sound Studios de la 3614 de Jackson Highway en Sheffield, una de las poblaciones que junto a Florence conforman la más norteña conurbación del estado, fue publicado en Agosto de ese año y para muchos críticos supone la revitalización de una artista que, desde su "Desire" (Columbia Rcds, 1975), parecía no levantar cabeza. Producido por Jerry Wexler y Barry Beckett, el primero, gran campeón de las míticas sesiones de los últimos años 60 para el sello Atlantic con Aretha Franklin, Wilson Pickett, Percy Sledge y Dusty Springfield, el segundo, miembro de la célebre Muscle Shoals Rythm Section. Este mismo Beckett es con sus teclados uno de los componentes de la banda de acompañamiento, le siguen Mark Knopfler a la guitarra y Pick Whiters a la batería, Tim Drummond al bajo, a los vientos la Muscle Shoals Horns y en los coros, Carolyn Dennis, Helena Springs y Regina Havis.
"Slow Train Coming" es una obra en la que presientes que algo especial va a suceder. Los primeros cuatro cortes de la cara A suenan a góspel made in Dire Straits, el oyente queda gratamente sorprendido por el dócil galope que fluye desde la prodigiosa guitarra de Knopfler hasta los teclados de Beckett. La base rítmica de Drummond y Whiters otorga al sonido un aroma de cocina de Dia de Acción de Gracias. "Gotta Serve Somebody", "Precious Angel" y "I Believe In You" añaden además la voz de un Dylan convincente, totalmente entregado a la causa, los coros, subyugantes, añoran el calor de los abrazos femeninos. El gran tema que cierra la cara, "Slow Train Coming", es un prodigio construido con almohada de plumas y placenta; el sonido, pura magia de la mejor atmósfera Muscle Shoals, mece las neuronas del oyente hacia territorios cercanos a los frescos de cualquier capilla medieval.
La cara B muestra el mejor ciclo cardiaco dylaniano de la época; los temas más roqueros "Gonna Change My Way Of Thinking" y "When You Gonna Wake Up", coinciden con la contracción sanguínea, la fuerza de los arreglos de la Muscle Shoals Horns los potencian; "Do Right To Me Baby (Do Unto Others)" y "When He Returns" se ajustan a la relajación del órgano, los teclados de Beckett y del propio Dylan merecen subrayarse, alcanzan cimas que pujan con las del incienso de las catedrales. "Man Gave Names To All The Animals", el que fue tema más radiado del disco, es un ejercicio que siempre me ha apetecido calificar de catequesis infantil, la exclusión final del nombre del reptil otorga al tema una gracia añadida. De nuevo la persuasiva voz de Dylan, los coros femeninos (en esta cara menos presentes), los arreglos de la producción huelen a sitial de caoba, todo parece anunciar la segunda y definitiva llegada del Mesías.
"Slow Train Coming" es uno de los discos con más rica intrahistoria en la discografía de Dylan. Se supone que gran parte de los aficionados están al tanto los antecedentes de la grabación que inicia el período cristiano (1979-1981) del artista norteamericano; aquella cruz de metal arrojada al escenario en un concierto en San Diego (un acontecimiento tan controvertido como el accidente motociclista unos años antes), sus declaraciones sobre una aparición divina en un hotel de Tucson. En los últimos años 70 California era un hervidero de sectas. Afortunadamente Dylan no cayó en la del Templo del Pueblo, la de aquel Jim Jones que obligó a más de 400 seguidores al suicidio colectivo en Noviembre de 1978 en una granja de la Guayana; la congregación de Dylan, recomendada por el guitarrista T-Bone Burnett y varias de las por entonces asiduas compañeras del artista, era conocida como la Vineyard Fellowship, una secta evangélica neopentecostal que, a su vez, le permite introducirse en la obra del predicador Hal Lindsey, ("el hombre al que Dios, en su infinita sabiduría, había revelado el verdadero código del Libro del Apocalipsis"). Influido por este visionario, Dylan solía dirigirse, entre canción y canción, a los asistentes de los posteriores conciertos de presentación del disco para trasladarles la buena nueva ("la decisiva batalla de Armagedón acontecerá durante la próxima década de los 80"). En ellos da a entender que el conflicto árabe-israelí de entonces sería la chispa que provocaría la debacle final. Sea como fuere, y ajeno a la fuerte controversia que "Slow Train Coming" generó entre sus seguidores, esta obra de Dylan puede ser considerada como uno de los trabajos más singulares y bellos de su amplia y fructífera carrera musical.
Jimmy Johnson, guitarrista tránsfuga de FAME y fundador junto a Roger Hawkins, Barry Beckett y David Hood del Muscle Shoals Sound Studios (además de músico de sesión de grandes grabaciones de Franklin, Pickett y Sledge con su banda The Swampers) había fallecido 6 días antes de mi llegada a la ciudad, así que decidí acercarme a Florence para homenajearle. Pagué los 10 dólares de la visita guiada y adquirí el "Muscle Shoals Small Town Big Sound", único vinilo disponible en la tienda de los estudios. Volví al motel, llené la tina de agua fría y me introduje en ella embozado en una toalla de baño. A los 7 minutos y medio me levanté entre convulsiones moradas. Salí a la terraza cubierto con un albornoz, del cercano río llegaba un olor fecal, de planta residual. Observé la luna, grande y blanca, parecía una bola de algodón a punto de romperse.
A Rick.
Creo que estaban muy equivocados aquellos "críticos" para los que el "Slow Train Coming" “supone la revitalización de Dylan”, pues "Street Legal" me parece también un disco buenísimo. Buen repaso al disco y la ciudad, Javier.
ResponderEliminarAbrazos.
Tengo la espinita de no contar "Street Legal" en mi colección, poco puedo hablar de esa obra entonces. Aprovecharé tu comentario para hacerme con el disco a la mayor brevedad y comprobar, nada más sugestivo, la razón de tus palabras.
EliminarAbrazos,
Javier
Maravilloso y este disco aunq el street podria ser el prologo da inicio a mi epoca favorita de dylan y la unica q revisito .
ResponderEliminarReitero lo comentado anteriormente a Gonzalo. Entieno por lo que comentas que esta época gospel, justo con el antecedente del "Street Legal", es la que más te satisface revisitar. Me faltan sus dos siguientes obras. Tus comentarios sirven de acicate para hacerme con ellas.
EliminarGracias y saludos,
Javier.
Tal y como lo describes, el viaje alcanza proporciones redentoras; y a Muscle Shoals, que es una especie de Meca del rock americano. Aun siendo yo un poco ajeno a ese espíritu, reconozco que pocos destinos llegan a la categoría de ese.
ResponderEliminarDylan también me resulta un poco lejano en esa época, pero "Slow train coming" es uno de los que más reconcilia con él. Y la época "cristiana", pues... qué quieres que te diga. Cada uno tiene su modo de encarar la trascendencia, por decirlo así. O de huir de los propios demonios, que también puede ser...
El viaje quizás pretenda un nuevo bautismo en las aguas redentoras de una bañera, en el hotel de Muscle Shoals, muy cerca de un río cargado de raíces musicales. Este disco ha sido para mí un auténtico descubrimiento y, si, efectivamente, creo que apuntas bien al ver la doble vertiente que representa la huida de unos demonios que atenazaban a un Dylan que, por entonces, estaba de nuevo perdiendo el control.
EliminarGracias y saludos,
Javier.
Hola Javier:
ResponderEliminarPues el pueblico ese americano de Muscle Shoals es la primera vez que lo oigo, pero si ellos dicen que son el "Hit Recording Capital of the world·, no va a ser cuestión de ponerse a discutir.
Pasanado al Dylan, que a este si lo conozco, decirte que este disco que propones lo encuentro bastante bueno y fresco. Ha tenido este señor muchas fases y creo esta es de las buenas. Es de los discos que de vez en cuando siguen sonando en mi casa, mas que nada por que a mi compañera le gusta bastante.
Saludotes.
Jose
Muscle Shoals es una de las grandes mecas de la música soul, seguro que algo habrás oído por ahí Korto. Celebro el buen gusto de tu compañera, faltaría más.
ResponderEliminarGracias y saludos,
Javier.
Eso de viajar gatis está muy bien. Y acompañado de la música de Dylan, mejor. Este disco suena de maravilla, con esos músicos de "acompañamiento" de lujo, aunque no es mi época preferida, como dice Rick: "Y la época "cristiana", pues... qué quieres que te diga". Lo que no quita que encuentre muchas cosas apetecibles por ahí. Gracias por el buen rato que me has hecho pasar.
ResponderEliminarSaludosssssssss
El disco tiene un sonido espeluznante, buenísimo, hay algún cabroncete por ahí que habla de él como el mejor disco de Dire Straits. De esta época gospel-cristiana solo tengo este "SLT", no puedo hablar con mayor propiedad por lo tanto. Me haré con los otros dos, desde luego.
ResponderEliminarGracias y saludos Bab.
Javier.