RÍO GRANDE
THE BEATLES "THE BEATLES"
Suena "I´m Coming Home" de Frank Trumbauer and His Orchestra (Bix Beiderbecke a la corneta), una grabación del sello Heywood realizada en 1927 y no esperen ahora encontrar volutas de humo ni parejas sentadas escuchando el saxo tenor de Lester Young en "Four O´Clock Drag". Tampoco se oye el tintineo de los vasos, ni las risas y conversaciones del público asistente entre las distintas piezas, el ambiente se ha trasladado hasta la zona del guardarropa, el dueño del local intenta desperezarse. Sube la persiana y observa la calle, un par de transeúntes persiguen a la carrera un tranvía, una mujer levanta la funda de la máquina de escribir en su oficina, de algunos balcones caen enredaderas de ropa recién tendida, Louis Armstrong culmina su "Yellow Dog Blues",... " y entonces se fue huyendo. / Se fue donde el tren del Sur se cruza con el perro amarillo".
Afortunadamente los días de confinamiento se suceden bajo esa luz tamizada que tanto gustaba a Baroja, los colores se tornan así más delicados, esperando la salida del sol para resplandecer en su brillo de pintor. La lluvia se sucede en sus diversas variantes, a veces tibia como un velo de encaje, otras granulada de rocío de cretona, alguna vez en chorretones de rabia. Los árboles, las plantas y los arbustos han adquirido ya buena parte de su esplendor, las flores lucen sus modelos de primavera, el aire es fresco y tenue, vuela empujado por el soplo de la mano de una niña. En estas circunstancias, si había algo que echaba de menos eran los paseos por el campo, alcanzar una suerte de comunión con la Naturaleza (así en sus mayúsculas de Diosa Blanca), rastrear con la mirada las pinceladas verdes de los prados, la leonada melena de las crestas, el azul vidrioso de los arroyos. Respirar a pleno pulmón las bajas turbulencias de los insectos, mirar el cielo y contemplar los nidos grisáceos de las nubes.
Soy hombre ordenado, planifico mi actividad con detalle (más aún en estos días de cautiverio), de modo que sigo repasando la colección de discos. Llegué hace unos días a The Beatles, coincidió además con un magnífico reportaje sobre la banda que emitió La 2. Todo ha cambiado lógicamente, la habitación se ha sumido en una repentina y merecida genuflexión. Elijo el "White Album" (Apple Rcds, 1968) como obra de referencia, mi conocido apego por los discos dobles, esos ríos mansos y bravos donde cabe todo flujo de emociones, me empuja a esa cortesía. Álbum a álbum, resumo al sorprenderme con la cantidad de canciones que han quedado en un segundo plano, casi desapercibidas al compararlas con los numerosísimos hits de la banda. Otras me indignan, el incluir el "Yellow Submarine" en una obra tan revolucionaria como "Revolver" (Parlophone, 1966) me parece un insulto, la tontería de "Ob-La-Di, Ob-La-Da" es un borrón en el disco blanco. Hay varias, "Penny Lane", "Magical Mystery Tour", "Sgt Pepper´s Lonely Hearts Club Band", "Goodnight", todas (sin excepción) del "Abbey Road" (Apple, 1969), "The Long and Winding Road", "Hey Jude", que tienen la suerte de dormir conmigo todas las noches.
Se amontonan los libros leídos, demandan tratamiento post-operatorio, incluir los pasajes subrayados en sus correspondientes carpetas de notas; gano algunos puntos (...un momento, está sonando "It´s Alright" de Lil´Ed and The Blues Imperials, una primicia publicada en el "The 25th Alligator Records Anniversary Collection" Alligator Records, 1996 y el ambiente de la habitación vuelve al Chicago de las últimas semanas), decía que ganaba algunos puntos despertando mi cinematografía ya tan dormida, películas como "Network" de Sydney Lumet, "Maridos y Mujeres" de Woody Allen o "Carrie" de Brian de Palma (delicioso ese ambiente kistch setentero de los norteamericanos) me vuelven a emocionar, mientras caigo en la entretenida y sangrienta bobada de "Robocop" de Paul Verhoeven. Nada de series, no me privo de aquellas horas de lectura nocturna en las que uno recapacita sobre el provecho del día. Grupos de whatsapp imprescindibles, familia y amigos cercanos, fuera los demás. En la aguja "Sitting On Top Of The World" de Eddie Show and The Wolf Gang, la versión de Cream en su "Wheels Of Fire" (Polydor, 1968) llega a su altura. Termino la nueva distribución de algunos libros en la biblioteca, juego al dominó con mi mujer, la gano con holgura, ella se desquita ampliamente al parchís.
El reencuentro con "El Nuevo Mundo" de Terrence Malick revitaliza en el espectador el sentido poético de la realidad; la contemplación de los hermosos paisajes del cielo, la tierra fértil, los árboles enhiestos como lanzas y, sobre todo, el agua en su continuo flujo, me inspiran para enfrentarme a una obra como la del disco blanco. Un río tan grande como inesperado contiene distintos cursos superiores, sube o desciende por las laderas de las montañas, se adapta a relieves insospechados. Temas como "Back in the U.S.S.R.", "Why don´t we do it in the road", "Birthday", "Everybody´s Got Something to Hide Except Me and My Monkey" o "Helter Skelter" (aquí el cauce del río se precipita hacia unas cataratas repletas de hippies ciegos) conforman su nacimiento. Este curso superior coincide además con los sonidos más roqueros (generalmente los compuestos por Lennon), sonidos que erosionan el resto de la obra arrastrando sedimentos de cobalto, colores ácidos y herrumbre. Los riffs de guitarra más crudos se encuentran depositados aquí, la lírica más corrosiva se abre paso entre las fauces de grandes reptiles al acecho.
Los cursos medios e inferiores ocupan gran parte del álbum. El caudal recibe el aporte de una serie de poderosos afluentes; algunos de ellos mantienen todavía el río bravo, "The Continuing Story of Bungalow Bill", "Yer Blues", "Revolution 1", otros le confieren mayor profundidad, "Glass Onion", "Happines is a Warm Gun", "Martha My Dear", "Rocky Raccoon", "Mother Nature´s Son", "Sexy Sadie", "Savoy Truffle", todos ellos extienden sus orillas hasta alcanzar los límites de la jungla urbana. La topografía del curso inferior aparece en las mejores guías turísticas, zonas planas repletas de meandros, "Wild Honey Pie", "Don´t Pass Me By" (Ringo a la voz, siempre un regalo), "I Will", "Honey Pie" (el vodevil inglés felizmente rehabilitado), lagos de paz y de ondas zancudas, "Dear Prudence", "Blackbird", "Julia", "Long, Long, Long", "Cry Baby Cry", "Good Night" (mi madre me miraba con esos ojos al acostarme). Aún hay espacio para cinco temas más, en la orilla un niño juega con un barquito de papel, "Ob-La-Di, Ob-La-Da", aparece una piara de simpáticos cerditos abrevando en "Piggies", y ya en el delta, justo antes de alcanzar el estuario, reina sobre una isla la mejor canción, "When My Guitar Gently Weeps", el inicio del piano de Paul (esa voz dando la entrada al resto de la banda), marca uno de los cúlmenes de la obra artística de The Beatles. ("Revolution 9" la incluyo entre las dudas de un merecido paréntesis). Después de esta maravillosa travesía, imposible creer en un título como "I´m so Tired" (a su favor, el crítico comentario contra la controvertida figura de Sir Walter Raleigh)
Desmond utiliza las escobillas de la batería para limpiarse los restos de ceniza de la cara, enciende un cigarrillo y lo succiona con la ansiedad propia de un próximo condenado a muerte, baja la persiana. Por sus quicios penetran haces de espaguetis, telas de araña en suspensión y el rumor de los frenos de un camión de mudanza. Arrastra las zapatillas hasta el cuarto de baño, se mira al espejo y observa una pareja de buitres leonados desplazándose en dirección norte-noreste. Abre el grifo de la ducha y el chorro de agua gira lentamente, sus aspas rotativas se esparcen en modo paraguas, antes rechazó la mezquina idea de masturbarse. Como en todas las películas desplaza la cabeza hacia atrás mientras pasa sus manos por el pelo mojado, voltea su cuello siguiendo la dirección de una hora menos en Canarias. Suena "Welcome To Your World" de Emperors New Clothes, banda inglesa pionera del mejor street dub.
El Lieutenant Governor del Estado de Texas (no viene al caso su desgraciado nombre) ha declarado que la gente mayor debería estar dispuesta a morir en esta pandemia para salvar la economía de los EEUU (1), pero esta mañana el sol ofrece síntomas de recuperación. Gilles Deleuze se pregunta cómo tener beneficios secundarios de la enfermedad, es muy sencillo (responde), basta con servirse de ella para ser un poco más libres. La enfermedad agudiza las sensaciones del enfermo, le otorga una visión de la vida, la vida en toda su potencia (2). La estabilidad del cuerpo sano es una ilusión temporal que ayuda a olvidarnos de la dolorosa idea del cuerpo como entidad inestable, en perpetuo cambio y destinado a su desvanecimiento (3). No habrá pandemia, por fuerte o mortífera que sea en su amplitud y efectos, que convenza al hombre corriente, aquél que se deja dominar por los otros, los que organizan lo real, que la enfermedad, la insana quietud que produce, nos acerca (como ninguna otra cosa lo hace) al múltiple escenario de lo efímero.
(1) USA Today, 24 de Marzo.
(2) "Abecedario", entrevista con Claire Parnet.
(3) David García Casado ("Desde la herida. Potencias del cuerpo enfermo". Campo de relámpagos. 19 de Abril)
Ese salto de Malick a los Beatles es perfecto, Javier. Vi su última película en el cine antes del confinamiento y me pareció magnífica, con la misma poesía de siempre. Cuentas muy bien el doble blanco, es tan amplio que parece uno que se pierde en él. Qué buenos que fueron los Beatles, qué bien llegaron al final a pesar de su mala relación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cada vez aprecio más este doble blanco, lo tiene todo, hasta la tontería genial de "Ob-la-Di-Ob-la-Da", pasando por el desbarre de "Revolution 9". El resto de los temas representan la esencia de los mejores Beatles, los de la segunda época, a partir del 66.
EliminarGracias y abrazos,
Javier.
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ResponderEliminarPues sí que hay que ser muy ordenado para meter en el mismo relato a Lester Young, Louis Armstrong, Brian de Palma, Terrence Malick (ahora mismo está sonando "Happines is a Warm Gun”) y encajarlo con el “White Album", sin que chirríe todo. Un gran relato para un gran disco.
ResponderEliminarSaludossssssssss
Gracias Bab. La idea que me sirvió para hilvanar el texto fue precisamente la película de Malick, y los músicos de jazz siempre me inspiran, crean un ambiente de fondo ideal para que me ponga a escribir.
EliminarSaludos,
Javier.
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