GAVIN BRYARS. "THE SINKING OF THE TITANIC"

 


Cuesta mucho achacar al alma eslava buena parte de la culpa del terror del siglo XX. Intentar aislarse del genocidio del nuevo Stalin sobre la tierra hermana de Ucrania, cuesta también no poco esfuerzo. La inocente familia rusa de los cerezos de Chéjov, los campesinos en las inmensas planicies cercanas al río Volga, la enfermiza esencia urbana de Dostoyevsky, los palacios decadentes, las estaciones de trenes de Tolstoi, las miradas de los gatos heridos entre los escombros cercanos a la fábrica de tractores del Stalingrado de Vasili Grossman. Qué gran falacia asumir el pecado original ruso oficializado por la sociedad burguesa occidental. En muchos de sus cuentos Nabokov refleja la visión de los vencidos, los aristócratas arruinados huidos de la Revolución, los intelectuales emigrados a Berlín, a Zurich, a París, a las Universidades de Inglaterra y Estados Unidos. En todos ellos subsisten los latidos del genuino corazón ruso, un pueblo (posiblemente en palabras de Enmanuel Carrere) salvaje pero lleno también de bondad.

Como otros muchos ciudadanos neutrales Otto Schutlz lee perplejo las noticias del Neue Zürcher Zeitung. Es martes 16 de Abril de 1912 y el RMS Titanic se ha hundido. Otto Schultz, físico jubilado de la Academia Hütte de Berlín, se encuentra en Zurich, confortablemente sentado en la terraza del Zeughauskeller. Hace un día de acero, propicio para contemplar a las palomas volando en rasante a través de los puentes del rio Limmat. En frente suyo el Grossmünster se alza como una mole inmensa, el símbolo de Zurich y centro de la reforma protestante anuncia cansinamente las campanadas de las 12 del mediodía. Otto Schutlz bebe a pequeños sorbos un café turco mientras se echa hacia atrás la montura redondeada de sus gafas. Un tranvía azul y blanco se dirige hacia la plaza de Bürkiplatz, más al sur, hoy es día de mercado. Lo ha dejado pasar, las terribles noticias del Titanic absorven su mente física.

En el texto del reverso del álbum (Gavin Bryras, "The Sinking Of The Titanic"EG Rcds, 1975) alguien escribe sobre un hecho consumado, "la banda continuó interpretando un himno mientras el transatlántico se iba a pique en las gélidas aguas del Atlántico Norte". Esta circunstancia, añade, "transporta la mente hacia otras regiones". 

Los ojos de los ahogados absorven el color del mar en el que mueren. 

Existen diversas versiones relativas al mencionado himno. Los encargados de la radio del Titanic (Bride y Phillips) aseguraban que se trataba del "Autumn", una composición episcopal en clave ragtime. Otros testigos afirmaban haber escuchado el "Nearer My God to Thee", una pieza sacra recogida en el poema homónimo de Sarah Flower Adams; otros, malinterpretando las primeras declaraciones de los telegrafistas, se inclinaban por el "Aughton", un extracto del "He Leadeth Me", himno originario de la Primera Iglesia Baptista de Filadelfia, versión esta última que parece poner de acuerdo a la mayoría de críticos entendidos. No obstante, el Coronel Archibald Gracie IV (uno de los pocos supervivientes) consideraba, días después de la tragedia en una entrevista en el The New York Times, la más flemática y británica inconveniencia sobre tan melancólica y resignada interpretación musical, teniendo en cuenta la trágica situación a la que se enfrentaban el buque y su pasaje.

"¿Habéis leído el periódico esta mañana?", Otto Schultz dejó caer el ejemplar en la mesa marmórea del hall del Freimaurerloge. La secta masónica neogótica de 1852 se encuentra situada en el lado meridional de Lindehof, sus vistas sobre la orilla oriental del río Limmat admiraron profundamente a André Masséna antes de la retirada francesa en las campas de Winterthur. "¡Ah!, esta va a ser la excusa", Klaus von Hotze piensa en cómo enfrentarse a un Schultz que, una vez más, se presenta tarde a la reunión. Un corto silencio seguido de la familiar tos de Heinrich Bellegarde. "¿Puede alguien considerar conveniente si debemos imponer alguna sanción al cofrade Schultz?". 

Gavin Bryars, aburrido estudiante de Filosofía por la Universidad de Sheffield entre 1961 y 1964, se decanta poco tiempo después por los estudios de composición musical. La escuela privada de George Linstead, la Halle Orchestra de John Duffy y la BBC Northern Symphony Orchestra de Jeffrey Box, conforman sus primeros pasos como aprendiz. Entre los años 1964 y 1966 trabaja como músico de acompañamiento en el Greasborough Working´s Men Club. Compagina esa actividad con multitud de actuaciones públicas en las que nuestro protagonista aparece como prestidigitador, comediante, malabarista, acordeonista en fiestas infantiles, silbador, cantor, lector de tarot y bailarín. Músico de jazz también, abandona este género en 1966 cuando pierde su interés inicial por la improvisación. A partir de 1968 participa en varias actividades en Universidades americanas e inglesas. Desde 1971 (coincide ese año con su célebre interpretación junto a Christopher Hobbs del "Vexations" de Erik Satie), es coeditor del Experimental Music Catalogue, un movimiento de vanguardia que incluye a miembros del British Experimental Movement ("experimental, minimal, post-minimal, animal, vegetable, and free improvisatory things that interest us"), además de la Scratch Orchestra y otros compositores internacionales.

La primera pieza homónima de esta grabación pretende recoger (así se indica en el texto del reverso del álbum) aquella teoría de Marconi en la que el ingeniero italiano afirmaba que los sonidos nunca mueren y que la música, una vez interpretada, simplemente se va debilitando, sin llegar nunca a diluirse totalmente. Si a ello añadimos la contrastada certeza de que en el medio acuoso existe mayor efectividad sonora, esta circunstancia conllevaría a una mayor dimensión en la pieza interpretada. 

Al objeto de conseguir esa amplitud Bryars se sirve de fracciones del "Autumn" (parcialmente sujeta a tratamientos acuáticos no especificados), el "Aughton", otros extractos del "Nearer My God to Thee", interpretados de acuerdo a la antigua modalidad "Horbury" de John Bacchus Dykes (1823-1876), la composición ragtime "O You Beautiful Doll", además de "La Maxixe", un tipo de danza de salón adaptado a una caja de música de reproducción infantil. Mientras sucede la pieza, Miss Eva Hart, superviviente de la tragedia con tan solo 7 años de edad, relata sus recuerdos... "mi padre llegando apresuradamente al camarote donde nos encontrábamos, mi madre en silencio, incapaz de decirle nada, recordando aterrorizada el sueño de la noche anterior en el que presagiaba el hundimiento". Angela Bryars, mujer de Gavin, da voz a Miss Eva Hart.

Otto Schultz aparta disgustado el cuenco de sopa borsch que alguien ha dejado sobre la mesa, recoge de nuevo el ejemplar del Neue Zürcher Zeitung y lo agita convulso en el aire, "¿es alguien realmente consciente de lo que ha pasado? - pregunta- ... sabemos que Paul (Romaine Marie Léonce Chevré) se había embarcado en Cherburgo, sabemos el tipo de documentos que llevaba en su poder, su enorme importancia para nuestra causa... ¿somos conscientes de la millonaria pérdida que para nuestra inversión supondría su desaparición"?

"Ha sido la mano de Dios..., ese iceberg..., el Señor nos ha mostrado que el camino de la codicia tiene un final trágico"..., contesta Bellegarde, su mirada perdida en un punto indeterminado de la pared. "No nos vengas ahora con tus sermones Heinrich, por favor, ahora no es el momento" -contesta Schultz. 

La segunda pieza, "Jesus´ Blood Never Failed Me Yet" proviene de una grabación realizada en 1970 a un mendigo londinense, probable merodeador en los populosos mercados cercanos a Euston, Waterloo y Elephant and Castle. Alan Power es el autor de varias cintas cinematográficas que recogen ese ambiente y, en una de ellas, aparece el intérprete de esta pieza. Abstemio, imbuido de profunda fe religiosa, el mendigo anónimo habla largo y tendido con Power de sus creencias, durante la pieza su voz atonal encajaría perfectamente con una visión reactualizada de la Salvation Army. A su voz, que comienza casi como un susurro, se le van añadiendo gradualmente instrumentos de cuerda, vientos, metales. Las crecientes vibraciones de la orquesta van enriqueciendo la composición hasta límites de verdadera emoción metafórica. Pareciera más bien que se trata de un mantra religioso, una suerte de incitación a la redención compartida que, sin contener pompa ni ostentación alguna, pretendiera elevar al oyente hacia territorios cercanos a la antesala de los Justos.

Ambas piezas, dirigidas por el mismo Gavin Bryars, están interpretadas por The Cockpit Ensemble y The New Music Ensemble of San Francisco Conservatory of Music. Grabadas en los estudios del Departamento de Física del University College de Cardiff, fueron producidas por un Eno siempre atento a la experimentación musical. 


Comentarios

  1. Era inevitable que alguien como Eno produjese esta obra, alguien para quien el adjetivo "ambiental" debía ser reinvindicado, elevado desde la casi desconsideración con la que se trató durante mucho tiempo a este tipo de trabajo. No voy a decir que soy un fan de estos estilos porque no lo soy, pero cuando una obra alcanza su objetivo hay que respetarla. Y Bryars lo consigue: esa tristeza que parece afectar a cada nota, al tipo de sonido, al trabajo de producción, llega a los huesos como lo hace el agua fría que te está debilitando mientras te agarras desesperadamente a cualquier objeto flotante y ya solo puedes esperar a que pase el tiempo y a que se decida tu futuro. Ese ambiente de absoluta decadencia que alcanza la orquesta que se está yendo a pique, todo esa atmósfera se nos echa encima a borbotones. Eno debería haber aprendido mucho de este trabajo, pero la mayor parte de su obra ambiente resulta bastante previsible. Y somnífera.

    El envoltorio literario, como siempre, de categoría. Me agrada especielmente esa referencia a Nabokov, para mí el gran escritor ruso del siglo XX, sin nada que envidiar siquiera a los decimonónicos. Aunque, como ellos, demostraba un gran conocimiento del alma rusa. Tal vez sean los literatos rusos, por lo general, lo que más instropección han hecho sobre el país en el que nacieron. Ni siquiera los franceses diseccionaron tanto su querida Francia.

    Saludos mil.

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    1. Si, el amigo Eno parecía ser el más indicado productor de una obra como esta. Y la producción, compleja en su misma naturaleza al mezclar aleatoriamente varias piezas distintas (algunas de ellas recogidas en la memoria de los supervivientes del hundimiento, otras no), demuestra el acierto de una apuesta que otorga a la pieza principal del disco una dimensión (un ambiente) de extrema congoja y tristeza.
      La inclusión de Nabokov en el relato, más que que la de los otros autores rusos, viene a funcionar como un imaginario nexo narrativo (y temporal) entre el hundimiento y la presencia y acción de los personajes de ficción.
      Gracias y saludos,

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  2. Qué buena entrada. Qué bien te lo montas para atrapar a los lectores. Conocía a Gavin Bryars, pero no recuerdo haber oído este disco. Lo busqué en internet y lo he puesto esta tarde. Mavi me preguntó quien era cuando oía "The Sinking Of The Titanic", que le daba mucha paz. A mí me ha gustado mucho, sobre todo la cara A.
    Gracias.

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  3. A mi personalmente me gusta casi más la Cara B que, como queda dicho en la entrada, nada tiene que ver con el hecho narrativo principal, el hundimiento del transatlántico.
    Tengo este disco de Bryars desde hace mucho tiempo y siempre le he tenido una admiración muy especial. Esa paz de la que Mavi hablaba es una sensación compartida. Es, me imagino ahora, como esa sensación de abandono y plenitud cercana al tránsito (al trance, quizás). En la cara B hablo de territorios cercanos a la antesala de los Justos. En ambas piezas esa atmósfera está muy presente.
    Gracias y saludos a toda la familia.

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