CIRCUS (1969)



 Lo se, lo reconozco, ahora mismo no debería sonar "Everyday I Write The book" ("Punch The Clock", Elvis Costello and The Attractions, F Beat Rcds, 1983). Ese tercer verso, "When you find strange hands in your sweater...", acentuando una entrada de sensualidad endiablada, agranda la sensación de tiempo pasado (ganado), me desboca hacia una década de los 80 que cada día me fascina más. Y no debería ser así porque esta tarde me enfrento (a conciencia) a la visión de un autor consagrado como Bret Easton Ellis ("Los destrozos") pretendiendo convertir esa misma década en un escaparate de kitsch californiano, de anuncios de ropa de marca, coches deportivos, mansiones de ensueño (los criados son hispanos, por supuesto), sexo chungo, mucha droga y (¡menos mal!) un montón de referencias discográficas. Una road-movie urbana del Los Ángeles de los 80, en definitiva, en la que parecen primar chicas sexy Candy-O y chicos de belleza exultante, en los antípodas de Tom Waits.

Y no estoy yo para muchas bromas, para cuentos chinos. Salvo algunas semanas deambulando por el norte cantábrico, he sufrido un verano tórrido, maldiciendo la suerte de vivir en una región de cardos y secarrales, pueblos con paredes desencaladas y moscas cojoneras infectadas de mala sangre (incluyo aquí a la clase política). Así que decidí aliviarme recurriendo al encantamiento de mi Inglaterra fresca y favorita. Dejo que la aguja del equipo caiga sobre los surcos del "Circus", obra única y homónima de la banda de Guildford (RE Get Back Rcds, 1999) liderada por Mel Collins, y espero acontecimientos.

Mientras recojo el lavaplatos en la distancia suena el primer corte de la cara A, la versión del "Norwegian Wood" de Lennon & McCartney, y la vajilla y cubertería desfilan sosegadas y obedientes hacia sus correspondientes baldas. He vuelto a iluminar la habitación con las bombillas de un anuncio publicitario y la última luz de la tarde adquiere un tono Ronnie Scott´s londinense. El saxo tenor de Mel Collins, otra vez él, en "II. B.S.", un tema de la cara B de seis largos minutos de duración, perfora suavemente la atmósfera. No importa el orden de los temas. Una nueva versión, esta vez el conocidísimo "Monday Monday" de Mamas & Papas, vigila el vuelo de las volutas de humo descendiendo sobre el escenario. Hay que decir que Circus es una banda de directo, de hecho en el texto del reverso del disco se les presenta como asiduos  a los circuitos universitarios y de clubes de la capital británica.

Además de Mel Collins (como ya sabrán Vds. futuro miembro del imprescindible King Crimson en grabaciones como "In The Wake Of Poseidon", "Lizard", "Islands", "Earthbound"..., Camel y The Alan Parson Project), flauta y saxo tenor, el resto de los miembros de la banda está compuesto por Ian Jelfs, guitarra y voz, Kirk Riddle al bajo y Chris Burrows a la batería. Formados en 1961 como la Phillip Goodhand-Tait & The Stormville Shakers, ya en 1967 cambian el nombre a Circus. Desde entonces intentan una aproximación más experimental a su propuesta musical inicial (una mezcla de 60´s mod, r&b y brit.soul, escuchen su "Number One" en you-tube, una auténtica delicia) hasta convertirse en una de las bandas abanderadas de la psicodelia underground, aquella que propone un claro acercamiento a la órbita jazz-rock.

Debo centrarme, recobrar la cordura. Bret Easton Ellis sigue insistiendo en convertir esta entrada en una reivindicación de los videoclips de los 80. Los protagonistas adolescentes visionan una y otra vez el videoclip de "Vienna" (Ultravox), gárgolas, niebla en blanco y negro, salones, inmensas lámparas de araña, "Same Old Scene" (Roxy Music), Ferry luciéndose con sus smokings blancos y de celofán verde suave, bailando a cámara lenta entre una bruma azulada, Manzanera refulgiendo con sus lentes de ojo de mosca, la mirada perdida de Kim Wilde en "Kids in America", el "24-hours shopping in rapture" de Debbie Harry ("Rapture", Blondie) reinventando la luz sin sombras, toda la atmósfera musical de la época contraída por el sonido de sintetizadores, líneas crudas de bajos, sección abstracta de viento, arreglos sincopados.

Y "Circus" (Transatlantic Rcds, 1969) es justamente todo lo contrario. Contenido, apenas nada de continente, nada de florituras imaginarias, ausentes las luces de neón, las lentejuelas impuestas por los productores de moda y los equipos de marketing. En pocos discos, debo reconocer (así en caliente...) he encontrado tanta amalgama de estilos diferentes y tan bien interpretados. Una instrumentación de altísimo nivel permite esta audacia. No se trata solo de la excelencia como saxofonista y flautista de Mel Collins, algo fuera de toda duda, también se añade el virtuosismo de la guitarra de Ian Jelfs, sus riffs dibujan líneas de hard-rock, de fuzz, blues underground, folk-rock, pop elegante y aromas jazzy. Lo mismo ocurre con la base rítmica, el bajo de Kirk Riddle, siempre presente, sus cuerdas retumban con energía controlada, ninguna línea fuera de lugar. La batería de Chris Burrows, en un disco como este, de fuerte contenido jazz-rock, suena brillante, sin estridencias, sus redobles ajustados a un tempo adecuado que potencia el ambiente "made in Ronnie Scott´s"

La versión de The Beatles, "Norvegian Wood", está potenciada por su extensa interpretación de fuzz y rítmo hard-jazzy, de puentes en los que se asoma el Soft Machine más desmadrado. "St. Thomas" de Sonny Rollins ("Saxophone Colossus"), percusión latina, flauta a lo Herbie Mann de Mel Collins. En "II. S.B". de Charles Mingus ("Mingus x 5"), no debe esa entrada tan sorprendente a lo 13th Floor Elevators confundir al oyente, nos encontramos aquí con la interpretación más jazz-rock del álbum, domina el eco del mejor Dick Heckstall-Smith de The Graham Bond Organisation y Colosseum. The Papas & The Mamas en "Monday Monday", la conocidísima canción no admite más interpretación que la de una versión en onda pop convencional. No hace falta que canten. Tim Hardin se asoma en su "Don´t Make Promises" ("Tim Hardin 1") y de nuevo se presenta en escena la escuela de Herbie Mann ( a punto estoy de desembalar su magnífico "London Underground" ), un cierre que deja un gran sabor de boca.

Los temas compuestos por el propio Mel Collins, "Pleasure of a Lifetime", rememoran al Peter Giles de King Crimson en "Cadence and Cascade" ("In the Wake of Poseidon"), bella melodía que da pie a un corte intermedio Soft Machine para, al final, recuperar de nuevo su tono crepuscular. "Goodnight John Morgan", en apenas 2 minutos, un brillantísimo arpegio lounge, el saxo de Collins ensoñador, las baquetas de Burrows laten mientras ella duda en desabrocharse el sujetador. En "Father of My Daughter", el mejor Caravan (elijan Vds. mismos su obra preferida...) se adueña de la habitación. Folk-rock de altos quilates, hasta aquí llega la apuesta de una banda única.

Bret Easton Ellis sigue empeñado en pasearme por un Los Ángeles demasiado glamuroso, el protagonista recorre con su Mercedes 450 SL Mullholland, Melrose, Topanga, Venice, las luces de Sunset Boulevard y Beverly Hills, en cada cruce de calles una referencia a una tienda de moda, a un restaurante donde acuden las grandes estrellas, el motel de un Joe D´Alessandro ya olvidado ("Flesh") el backstage de invitados exclusivos en los conciertos nocturnos del Roxy, del Whisky a Go Go, del Troubadour de West Hollywood. 

Pillo el "Trust" (Demon Rcds, 1984) de Elvis Costello and The Attractions y elijo el primer corte, "Clubland"... "The boys next door / The mums and dads / New weds and nearly-deads / Have you ever been in Clubland? In Clubland". No Elvis, gracias, esta tarde no me apetece.



Comentarios

  1. Uf. Cuánto tiempo. He tenido que meterle un repaso, porque solo me acordaba nítidamente de la versión del "Norwegian wood". Una versión estratosférica, desde luego.

    El disco, en conjunto, es otra de esas maravillas perdidas. Pero al escucharlo de nuevo recordé la sensación general que me produjo entonces: dispersión. Tienen un nivel técnico muy bueno (ya eran todos veteranos), y tanto las versiones como las originales son de categoría. Pero esa "amalgama de estilos diferentes", como muy bien defines tú, no suele ser una buena apuesta comercial. Agrupar en un solo disco tantas tendencias distintas, desde el folk progresivo hasta el jazz rock, fue probablemente lo que los liquidó; aparte de los escasos esfuerzos publicitarios de Transatlantic, un sello especializado en folk que nunca se defendió bien sus fichajes más rockeros, como luego le pasó con Stray.

    Escuchado de nuevo ahora, gana mucho. Creo que el tiempo le ha tratado muy bien, a diferencia de muchos otros con más relumbrón. Y de nuevo, un gustazo poder leer tu reseña con ese decorado en tiempo y espacio, de tono novelístico, que sabes darle a estas entradas. Con tu prosa cualquier disco acaba pareciendo una joya.

    Saludos mil.

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    1. Gracias Rick. Si, efectívamente, una cosa es el tema comercial y otra la calidad intrínseca de la obra. En el primer apartado, esa diáspora de estilos, no facilitó su asimilación y éxito; en el aspecto de pura composición artística, este "Circus" creo que responde bastante bien a un momento en el que la escena se estaba ampliando a pasos agigantados,; las influencias, en este caso jazzísticas (en una ciudad como Londres, siempre abierta) aporta al disco su mejor valor añadido, además de otras ondas prog (King Crimson) y folk-rock (Caravan) que también la enriquecen.
      Ha sido para mi una de las mejores recuperaciones del año.
      Saludos,

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  2. Esta portada me sonaba. Busco en mis discos duros y no aparece. Solo veo a Circus Maximus. Empiezo a leer por encima para ver de que va la cosa y parece que promete. Busco el disco en internet y vuelvo a leer el relato mientras lo escucho detenidamente. ¡Parece que puedo hacer dos cosas a la vez, como andar y mascar chicle! Después del repaso he sacado algunas conclusiones, nada fiables, como podrás suponer. Me gustó mucho la versión de Norwegian wood, de The Beatles. Quizá lo que más me gustó del disco. Soy aficionado al jazz, y estos pibes se lo montan muy bien en ese palo, solo que cuando quiero oír jazz, pido algo más... no sé como decirlo... Dicho esto creo que es un disco que se deja oír muy bien y, como dice Rick, parece que ha ganado con el tiempo, aunque yo no recuerdo haberlo oído antes. Me fiaré de él. Creo que tus relatos deberían incluirse en las contraportadas de los discos. Seguro que la gente entraría en materia fácilmente y, encima, se venderían mejor.
    Saludos.

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    1. Evidentemente, cuando quiero escuchar jazz no acudo a este disco. Hace tan solo un momentito levanté la aguja del plato del "Idle Moments" del guitarrista Grant Green y esa es otra historia, puro jazz americano de la mejor época. Este "Circus" (así he pretendido reflejarlo) se alejaría de los estudio de grabación de Rudy Van Gelder para entrar en la atmósfera del Ronnie Scott´s londinense, un ambiente propicio para la mezcla de ambos estilos, algo que pudiera agradar tanto a los aficionados al jazz como a los del rock-
      Gracias y saludos,

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